martes, 22 de septiembre de 2009

¡HOJA BLANCA VUELVE!



HOJA BLANCA, es una revista de libre distribución y participación abierta, un espacio editorial para jóvenes, con páginas abiertas a todo tipo de expresiones de la población de la ciudad entre los 18 y los 35 años. En HOJA BLANCA creemos que hay miles de jóvenes con talento y ganas de expresarse que no han encontrado un espacio en los medios escritos tradicionales para hacerlo. Que la ciudad, aunque cada día más interesante y diversa, aparece en el papel impreso como aburrida y cara. Es esa ciudad viva y múltiple la que queremos llevar a la web y al papel.

HOJA BLANCA se publicó por primera vez el 7 de noviembre de 2007, gracias a el apoyo de la Secretaría de Cultura en el marco de Bogotá Capital Mundial del libro. Desde entonces hemos publicado 5 revistas con temas diversos, Espacio Público, Ilegalidad, Contracultura, Futuro, Sexo y Rock and Roll en la que hemos recopilado una variedad de imágenes y textos originales creados por jóvenes que quieren incursionar en el mundo de las publicaciones o que, simplemente, querían opinar sobre un tema. La publicación final de cada número está compuesta totalmente por textos e imágenes seleccionados a partir de convocatoria pública. Estos son escogidos por un grupo editorial de la misma edad que los autores, diversas preferencias y exiguas credenciales.

Finalmente, después de un año, nuestra adorada revista vuelve a prender motores. Pero para eso, necesitamos su ayuda. Vamos a hacer una fiesta de recolección de fondos en Invitro el 7 de octubre de 2009, ($15.000, $5.000 consumibles) y nos encantaría que nos acompañaran. Con lo que recaudemos vamos a rediseñar la página web, en la que les traerémos contenido especializado para el medio y vamos a volver a sacar el impreso en una gran fiesta de lanzamiento en noviembre, a la que también están invitados.

Esperamos que todos nos apoyen.

Nuestra convocatoria para el próximo número está abierta hasta el 15 de octubre, el tema es UNO, 1, PRIMERO, UN, como quiera cogerse y con todas las tangentes necesarias. Recibimos textos cortos imágenes y videos, que pueden enviarse a revistahojablanca@gmail.com.

¡HOJA BLANCA, Publique sin palanca!
Evento en Facebook

domingo, 20 de septiembre de 2009

El día de la marmota

Spicy Sotomayor

Publicado en la revista Level Magazine, septiembre 2009.

Más allá del noticiero, el caso de Sonia Sotomayor resulta clave. En el fondo, devela las paradojas de una democracia que aún está en pañales.


Cuando Obama nominó a la juez Sonia Sotomayor para ser parte de la Corte Suprema de Justicia, muchos ojos se abrieron. Ella sería apenas la tercera mujer en formar parte de esta institución, y la primera latina. Naturalmente, esto causó revuelo en el corazón político de la nación. Los más conservadores protestaron. Los más liberales aplaudieron. El debate público alcanzó punto de ebullición.

A pesar las objeciones, el 6 de agosto de este año, Sotomayor fue confirmada.

Y por eso, a manera de celebración, la edición pasada de Vanity Fair nos invita a brindar por ella con un coctel muy especial.

La receta incluye fresas, tequila, pimienta negra y limón. Spicy! Sospecho que las fresas son por ese blazer rojo con el que apareció en tantas fotos, el tequila porque es latina –aunque es puertorriqueña, no mexicana–, y la pimienta por esa fama que la precede de ser algo “hot tempered”.

Este cóctel es una obvia representación de un estereotipo: el de la mujer latina; una imagen que poco o nada tiene que ver con la de Sotomayor.

Nuyorican de nacimiento, criada en el Bronx y educada en universidades como Princeton y Yale, Sonia Sotomayor es una reputadísima abogada de 55 años que encarna divinamente el sueño americano –tanto es así que su inspiración para ser abogada fue la serie de televisión Perry Mason–. Obama lo dijo hace poco: son los ideales americanos de oportunidad, igualdad y justicia los que le han permitido a la juez estar donde está: en el estrado más alto de la justicia norteamericana; sin embargo, hay que sospechar: ¿fue por sus excelentes credenciales o más bien por ser latina que la nominó? Probablemente, por ambas (pero que lo de ser latina no lo sepa nadie porque puede sonar racista).

Y es que es el calificativo de moda. A la misma Sotomayor se la acusó de racismo porque en el 2001 dijo que le “gustaría pensar que una sabia mujer latina puede emitir mejores juicios que un sabio hombre blanco”. Una frase que, a la luz de eso que llaman “affirmative action”, no suena tan descabellada. La acción afirmativa, que comenzó bajo el gobierno de Kennedy, es una acción a favor de un determinado grupo social, étnico, minoritario, que históricamente ha sufrido injusticias sociales. Es una forma compensación, una cuota de participación étnica, un principio democrático que busca la igualdad de oportunidades.

Quienes no se ven favorecidos por esta medida levantan su puño al cielo y claman “si tan solo yo fuera indígena, lesbiana y paralítica, el mundo sería mío”. Pundits como Pat Buchanan dicen que “la acción afirmativa es para incrementar la diversidad discriminando a los hombres blancos”–este personaje llegaría a afirmar que no podría haber nada malo con una corte racialmente homogénea, pues “el 100% de los que escribieron la constitución [...] fueron hombres blancos”–. Lo que olvidan los detractores, es que a la indígena lesbiana paralítica se le dan oportunidades porque sigue siendo discriminada; es decir, porque sigue jodida, solo que un poco menos que antes.

Fueron precisamente hombres blancos como este, y con este tipo de comentarios, los que se la pusieron difícil a Sotomayor, quien durante las semanas previas a su admisión definitiva prefirió alejarse del tema racial, manifestando, más bien, que aquello que alguna vez dijo hace énfasis en la compasión que ha aprendido gracias a su género y raza, dejando claro que ella toma sus decisiones de acuerdo a la ley y no a su genética.
Una genética que, en ocasiones, ha sido retratada de manera degradante.

La obra de una de las artistas cubanas más reconocidas del mundo, Ana Mendieta, se burla del típico estereotipo al que se ha reducido a la mujer latina: esa chica sassy y picante que en el mundo del espectáculo es usualmente representada por Sofía Vergara. Por medio de fotografías en las que pegaba su cara a un vidrio hasta volverse lo menos sexy posible, esta exiliada reflexionó acerca de lo difícil que es ser mujer, y además latina, en un país gobernado por hombres, y además blancos. Parte de su performance también giraba alrededor del tema de la violencia contra el cuerpo femenino.
Irónicamente, Mendieta se casó con Carl Andre, un artista minimalista ario con quien tuvo una relación tormentosa que acabó de manera trágica: ella cayó desde.

A través de su obra, la artista cubana Ana Mendieta reflexionó acerca de lo difícil que es ser mujer, y además latina, en un país gobernado por hombres, y además blancos. el balcón de su apartamento, en un piso 34, para aterrizar en la calle y estampar su cara en el suelo como ya lo había hecho en sus fotos. Más tarde, Andre –quien primero fue acusado de asesinato y luego absuelto de todos los cargos– hizo una gran exposición en Nueva York en la que no faltaron manifestantes y carteles que decían: “Carl Andre está en Guggenheim. ¿Dónde está Ana Mendieta?”

Afortunadamente, hoy nadie pregunta dónde está Sotomayor.

Ya todos lo saben.

Una de las mayores ventajas de la confirmación de Sotomayor en un cargo tan importante es que obliga a repensar el relato de la identidad latina. La manera como se está retratando al otro en un país que, desde los medios y el mercado, se ha acostumbrado a reducirlo. A limitarlo. Por lo mismo, este triunfo de Sotomayor demuestra que eso de la acción afirmativa no es un premio de consolación: es un derecho necesario. Sotomayor, como figura pública, no deviene en caricatura: no es esa latina spicy cuyos meritos están solo en sus caderas ni que solo sirve para lavar platos o aderezar fantasías de machos blancos. Al contrario. Más que un chili agresivo que le dará gastritis al sistema judicial norteamericano, Sotomayor es una bocanada de aire fresco. Un sacudón. Un laxante para la –a veces tan estreñida– democracia.

Estas son las mañanitas

Colombia es poison*

Publicado el 11 de septiembre de 2009 en la sección de Opinion de ElEspectador.com
Encontré en YouTube el desagradable video Colombia 2025, que presume que en dos décadas seremos un país del primer mundo.

Colombia 2025 sostiene que nuestra imaginación y talento son suficientes para salir del hueco y que nuestro país puede cambiar con cuentas alegres y pajazos mentales que guarden esas cosas desagradables como la pobreza y la corrupción bajo la alfombra.

Aparentemente es nuestra actitud derrotista lo que tiene jodido al país y al montarnos en el bus del pensamiento positivo todo mejorará. La línea de tiempo que el video propone comienza, evidentemente, en el 2002, con una foto de Uribe, a la que le sigue una de la liberación de Ingrid, que se ha convertido en una especie de cinco-a-cero político. Gracias a nuestra “capacidad de soñar” (frase de cajón de reina de belleza) podremos repensar el país sobre los pilares de la “biodiversidad, las industrias de la creatividad y las energías alternativas”. El gran logro que impulsa estos eventos es que Cristian Samper fuera nombrado director del Smithsonian, lo cual, según la lógica de Colombia 2025, se traduce en avances científicos que en el video se ilustran con una serie de símbolos del horóscopo (tal vez la astrología es la ciencia de los sueños).

El país, por razones gratuitas e inexplicables, se dedica en el video a “la biotecnología, el biocomercio y los servicios ambientales”, disciplinas abstractas que tal vez venimos cultivando hace rato; si entendemos la biotecnología como el desarrollo de mejores cepas de marihuana, el biocomercio como la trata de blancas (más bien trigueñas) y los servicios ambientales como la caza de hipopótamos. El video propone cosas tan descabelladas como una biópolis en Villavicencio, probablemente construida encima de la famosa discoteca Capachos, para disgusto de muchos, y unos tales biocorredores que atravesarán Colombia, un país que ni siquiera ha terminado de construir sus carreteras.

El video, más que orgullo patrio, produce tristeza. Es evidente que Colombia 2025 tiene proyecciones muy ingenuas, pero lo más macabro es su premisa base, que es la misma de Colombia es pasión y de todo el cuento de volver nuestro país una marca que resulte atractiva para la inversión extranjera. La premisa, cuya base es el olvido, es una negación que nos envenena.

Colombia 2025 no está llena de esperanzas, está llena de odio, es un proyección de un país que de desconoce a sí mismo, Colombia 2025 se construye con colombianos a quienes sí les sabe a bueno el trago extranjero, con un orgullo patrio arribista que aspira a un futuro aséptico en el que pareceremos (no seremos) un país del primer mundo. Las imágenes, aunque van acompañadas de la palabra “diversidad”, muestran una proyección homogénea, aburrida y poco original que contradice “nuestro potencial creativo”, y que evidencia la vergüenza que nos da tener el país que tenemos. Preferimos olvidarlo con un maridaje entre imágenes de archivo y pensamiento positivo.

Tal vez eso es el tal pensamiento positivo, un delirio de grandeza que cambia “mi vida es un desastre” por “todo es posible” aunque la segunda afirmación no vaya acompañada de esfuerzo alguno. O tal vez sí, hay un esfuerzo por olvidar. Colombia 2025 concluye con que los tiempos malos del país son recuerdos lejanos que se desvanecen en las mentes de los más viejos. En solo 25 años se han olvidado los falsos positivos, los desplazados y la pobreza. ¿Cómo podría ser la violencia del país un recuerdo difuso? ¿Con lobotomía gratis impartidas por la Eps? Ese desconocimiento de la historia del conflicto colombiano es lo que nos tiene hoy dando tumbos como gusanos ciegos apostándole al primer pseudomesías que aparezca; y construyendo castillos en el aire que se desvanecen con un soplo. Nuestra memoria carcomida no es un buen cimiento para nada de lo que este video propone.

Colombia se envenena de inconsciencia, al mediocre se le dice “bonachón”, a la hamponería “malicia indígena” y a la improvisación profesional “emprendimiento recursivo”. Colombia se envenena de olvido porque pensamos que lo nuestro es un problema de imagen que se arregla pintando la fachada, y nos encanta la leve traba que provoca el olor de la pintura. Colombia es veneno porque nos bogamos la estética boba de Colombia es pasión, es veneno porque nuestro positivismo es puro Valium político, “olvido positivo” que nos corroe por dentro para dejar un cascarón enclenque, bonito e intoxicado de vergüenza: un futuro sin pasado.

*Celebre status de Facebook de Jota Montoya.



Cata de condones

Publicado en la revista Soho, septiembre de 2009.

Me han pedido que sea una catadora de condones. Debo decir que acepté demasiado rápido. Tal vez he debido dudar un poquito, como para mostrar pudor. Pero la idea es fantástica y el pudor nunca me ha parecido una cualidad.

Catar es gustar un producto con atención, someterlo a los sentidos, intentar conocerlo buscando sus defectos y cualidades, estudiar, analizar, describir, juzgar y clasificar. Son demasiados verbos que no pueden usarse en simultáneo al verbo tirar, porque un orgasmo seca la lengua y uno olvida las palabras, no tiene sujeto ni predicado. Por eso vamos a cambiar los verbos: poner, lamer, entrar, sentir, venir, volver, y cuando vuelva pensaré, mientras miro largamente el techo blanco de mi cuarto, en qué fue lo que hice, y en cómo y cuándo volverlo a hacer.

Vamos catar condones, seis condones. Los llamaremos el líchigo, el de puntitos, el de amaretto, la chuspa, el condón peluca y el del anillo.

Lo siguiente que debe conseguirse es un, eerm, ¿probador de condones? Es decir un mancito que se los ponga porque si no cómo hacemos. Llamémoslo Sujeto de Prueba 1 (SP1). Mantendremos esta denominación a lo largo de este estudio, porque siempre son seis polvos, y si doy el nombre del probador, corro el riesgo de que mi mamá lo invite a almorzar.

¿Seis condones?, pregunta entusiasmado el sujeto. Seis, le digo.

El condón líchigo es el referente de prueba porque es el que saca Profamilia, es decir, el clásico, el condón más comprometido, que encarna en el látex una filosofía propia. El líchigo no nos produce tanta curiosidad. Ambos lo hemos probado, yo tuve un novio que creía en la causa socialista, es decir, era un tacaño, y siempre compraba esos condones Piel.

Así que usaremos el de puntitos... Mejor si me haces la paja así como quien no quiere la cosa —le digo—, y el sujeto obediente, con el que estoy tan rico en las cobijas, pasa la mano por mi ombligo hacia dentro de mis calzones. Una cosa llevó (deliciosamente) a la otra. El condón abrió fácil, yo se lo puse porque esto es periodismo de inmersión, y debía (uf) inspeccionar cada detalle. Los puntitos y el relieve no fueron tan obvios al tacto de mis manos. Entró despacito para que yo sintiera la (ah) diferencia. ¿Había… diferencia…? Sí. Un poco más… um… contundente la cabeza; podía atenazarla con mis músculos.

Sábado. El condón peluca nos dio susto. Usamos el de amaretto. Este era un polvo con agenda evidente, pero eso no estaba mal porque nada arrecha más que la anticipación de una mamada. Así que nos sacamos las camisas y le zafé despacito la correa, le puse el condón, porque así siempre es más rico, y mis manos olían a amaretto, y después, cuando él me besaba, mi boca también olía a amaretto. Eso fue bonito.

El domingo el condón peluca se sintió como un deber así que, nerviosos, lo sacamos de la cajita y tratamos de entender cómo era que se ponía. Difícil. Muy seco, afortunadamente había lubricante en la mesa de noche (gracias, Cosmo, por tu sabiduría). El esfuerzo mental fue un turn-off y para mi cerebro, que estaba funcionando a medias, todo el proceso fue extenuante, como cuando uno trata de rebatir el famoso argumento de que "es que ahora se puede viajar por carretera". La extravagancia de este preservativo precede a la verga. Es difícil al comienzo. El caucho es como duro y yo tengo piel delicada. Hay que admitir, sin embargo, que la entrada es con-tun-den-te.

Es lunes festivo. Queremos tirar, pero la chuspa nos da mamera. ¡Al mal paso darle verga! El condón es como una bolsita, como un gorro de baño de hotel… como que se pone y se hala por los lados. La verga queda como una manga pastelera. La chuspa, mejor diseñada que el peluca, trae su propio lubricante y eso siempre es chévere. Entra. SP1 hace caritas. Tal vez es cierto lo que dice el sobre y la chuspita es más sensible (diablos, ¡más delgada! ¿Se irá a romper). Pero bueno, él parece contento… Es como condón de emergencia para una finca. Una emergencia real, porque su tenencia premeditada hará quedar muy mal al portador.

Para hacer un break de las rarezas pasaremos a los condones de Profamilia, los líchigos. En realidad, eso estuvo bastante bien. Es un descanso que el polvo sea más importante que el condón.

Grand finale: el kit condón + anillo vibrador. Este es un viejo conocido, pero para SP1 no. Yo, que sé lo que me espera, no puedo esperar. Pero hay mucho por hacer. Este es el último polvo. La despedida. Recorremos nuestros pasos preferidos. Un poquito a la derecha, así. Yo ya no puedo más y le pongo el condón. Después el anillito. Prendo el anillito. SP1 hace cara de oh-mi-dios. Y va a entrar. Uf. Mi mente está en blanco. Lo que sucede a continuación solo se puede narrar en onomatopeyas. Es un polvo largo. La verga es como un gran vibrador de carne que para mayor felicidad viene con cuerpo, y manos, y pies, y cabeza, y boca, y ojos. Acaba-mos. Creo que todavía queremos. Pero él ya se vino y parece fuera de combate. Es uno de esos momentos en que los hombres se ven más bonitos, han dejado ir su testosterona beligerante y agachan la cabeza extasiados en su derrota.

SP1 ha sido bueno. Lo he visto levantarse seis veces, y otras seis para ir al baño. He estado catando los condones, pero también a él. Cuento las maderitas del techo. Tal vez sí valga la pena invitarlo a almorzar.

Habría que hacer este experimento con una pareja gay, a ver qué pasa en otros orificios del mundo.

Ranking:

1. G Vibration. Kit condón + anillo vibrador. (¡El ganador!)

Señas particulares: Viene en una cajita un condón bien lubricado y un anillito de caucho que se pone en la base de la verga. Tiene unos turupes especiales para estimular el clítoris.

Pros: Tuerce los ojos. Es in-cre-í-ble. Estimula al tiempo el clítoris y el punto G. Garantiza el polvo con lo mejor de tirar con un man (el man), y lo mejor de tirar con un vibrador (que vibra).

Contras: Algunas vergas se confunden y no se paran. No es para todos los días, se puede pasar de "dicha absoluta" a "¿será que tengo párkinson?".
2. El condón con puntitos. Marca Jäger

Señas particulares: Tiene textura o relieve que supuestamente estimula el punto G.

Pros: La textura se siente, como si la verga estuviera más gordita. Le da un "algo más" al polvo, es como echarle brandy al tinto.

Contras: Tal vez que está diseñado solo para mujeres, los hombres no sienten la diferencia. No hay experiencia compartida. ?

3. Condón Today de sabores (amaretto)

Señas particulares: Huele y sabe a amaretto.

Pros: Inspira una buena mamada.

Contras: Puede ser empalagoso. No sirve para poner cachos porque deja rastro.

4. Condón líchigo marca Piel: el de Profamilia

Señas particulares: Ninguna. Ni muy muy ni tan tan.

Pros: Es un condón silencioso, no toma protagonismo, como los buenos mayordomos "que uno ni se da cuenta de que están ahí".

Contras: ¿Solo le invirtió 3000 pesos al polvo? ?

5. El condón chuspa. Marca Unisex

Señas particulares: Es unisex, pero no entiendo cómo. Fácil de confundir con cualquier otra bolsita.

Pros: Parece que es mucho más sensible, el pro aquí es para los manes.

Contra: Su valor estético es 0. Es mejor no mirar para que no se dañe el impulso.

6. El condón con peluca

Señas particulares: Tiene una cabeza de caucho que se parece al pelo de Lisa Simpson. En los sex shops lo ponen en la sección de trucos y bromas. Viene en varios colores.

Pros: Exige ser valiente y eso siempre es sexy.

Contras: El condón es difícil de poner, no está lubricado, mientras uno descubre cómo ensartarlo en la verga se puede desinflar. La cabeza es dura y puede ser irritante.

Consideraciones finales:

-Los condones están diseñados para las mujeres, SP1 no sintió mayor diferencia entre uno y otro.

lunes, 7 de septiembre de 2009

La cuerda floja


Publicado el 29 de agosto de 2009 en la sección de Opinion de ElEspectador.com
No es la primera vez que alguien duda del género de Caster Semenya, la atleta surafricana que acaba de ganar la medalla de oro por los 800 metros planos.

Su tía cuenta que cuando era una niña sus compañeritos se la montaban dudando de su feminidad, y ella los convencía sin más argumentos que sus golpes. En bachillerato, en las competencias de atletismo, las jóvenes contrincantes le preguntaban con gritos si era hombre o mujer, y Semenya les contestaba mostrándoles en el baño, que sus genitales se parecían a los que ellas reflejaban en el espejo.

Debe ser muy difícil vivir una vida en la que a uno le piden constantemente que se baje los pantalones/ levante la falda, sin siquiera tener el desenlace feliz del sexo. Pero bueno, en deportes el cuerpo se examina como un objeto, no como una construcción posmoderna de bla bla bla, así que el género no es una decisión personal. Ha habido avivatos que se hacen pasar por chicas para ganar y por eso desde los años 60 examinar el género de las concursantes es casi obligatorio.

Hay casos que las atletas se ven y se sienten como mujeres, pero “son” hombres “cromosómicamente”. Esto le pasó a Shanti Sounderajan, en el 2006, después de ganar una medalla y ser sometida a una “prueba de género” se enteró, de que “en realidad era un hombre” aunque toda la vida había pensado lo contrario, y perdió su medalla.

Otros casos tienen que ver con el consumo de drogas. El/la atleta Heidi Krieger tuvo un tratamiento hormonal tan agresivo que quiso someterse a una operación de cambio de sexo y vivir como hombre. Quien le suministró las hormonas fue el doctor Ekkart Arbeit, hoy en día jefe de entrenadores del equipo sudafricano, y esto alborotó las sospechas en el caso de Semenya.

Pero no, no era cuestión de drogas. Así que la atleta se hizo la tal prueba de género, cuyos resultados no han sido revelados todavía. Pero, ¿puede dicha prueba contradecir a Semenya? Si tuviera tal desorden cromosómico, si es un XXY, o sobreproduce andrógenos y se ubica en esa línea difusa entre hombre y mujer, humano y dios, ¿qué?

Nada más insuficiente que las categorías de género pues nadie tiene claro cuál es el factor que puedadirimir, contra toda duda, si uno es hombre o mujer. No nos podemos confiar en la apariencia y revisar los genitales no basta, pues podría haber genitales de un sexo y entrañas de otro. ¿Qué es ser mujer? ¿Orinar sentada? ¿Producir estrógenos? ¿Si se produce más testosterona se es menos mujer? ¿Quién tiene la última palabra?
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“No vamos a dejar que los europeos definan y describan a nuestros hijos” dijo Leonard Chuene, el presidente de atletismo en Suráfrica. Eso es una clara referencia a la Venus de Hottentot: en 1810 una surafricana llamada Saarjite Bartman fue llevada a Inglaterra y a Francia para exponer su anatomía de “negra primitiva”. Los surafricanos no lo han olvidado, y por eso descreen de la objetizaciónn científica y la certeza europea.

Eso es precisamente el problema: la certeza. Sea lo que sea que tenga Semenya, basta verla par saber que se ubica en un campo difuso de la línea que nos enfrenta con los hombres. Semenya reta nuestros límites y nos obliga a cuestionar la forma tan ordenadita en que comprendemos el mundo.

En dibujo, lo primero que uno aprende es que las líneas no existen, son una construcción mental por medio de la cual entendemos el mundo. Es natural que uno se refiera al mundo en esos términos, como si tuviera líneas, porque así se simplifica la cosa y todos nos entendemos mejor. Caster Semenya nos recuerda que nuestras categorías se ajustan al mundo y no el mundo a nuestras categorías y que las líneas, en efecto, no existen, son más bien una maraña de cuerdas flojas. Me encantaría que de una de estas cuerdas pronto colgara una medalla.


miércoles, 2 de septiembre de 2009

La edad de la inocencia