martes, 28 de julio de 2009

Sabia mujer latina


Publicado el 17 de julio de 2009 en la sección de Opinion de ElEspectador.com

“Quiero pensar que una sabia mujer latina puede tomar mejores decisiones que un sabio hombre blanco” dijo una vez Sonia Sotomayor. Esta ha sido la frase más repetida en los noticieros gringos de esta semana. El cuento es que una mujer latina (:O) está a punto de ser parte de la Corte Suprema de Justicia estadounidense.

En Colombia, para que el público general se emocione tanto con la política tocaría meter de senador a Julio Nava para que arranque narices. A los gringos les basta con que se diga mujer y latina, y se alborotan; pero eso está muy bien: se plantea un debate interesante en el que los ciudadanos opinan con vehemencia: ¿Puede o debe pesar el origen étnico y las experiencias vividas en las decisiones de un juez? ¿Es realmente ciega la justicia? ¿Objetiva? ¿Racional? No; y esto es lo que representa Sotomayor: que un juez antes que juez, es una persona con una historia de vida.

Sotomayor nació en 1954, el año en que un caso de la Corte Surprema que resultó en que se prohibiera la segregación en los colegios públicos norteamericanos (Brown Vs. Board of Education). Como podemos ver, la juez nace ya inmersa en esta discusión, sobre la acción afirmativa y los derechos de las minorías. Se graduó de Princeton con excelentes notas, y tiene un record impecable como juez: es decir, encarna el sueño americano: salir adelante en el país donde, si te esfuerzas, todo lo puedes.

El reto de los republicanos es mostrar que como es latina y mujer, su criterio como juez está sesgado. Es su única caída. Todas estas zancadillas, Sotomayor las ha esquivado con pericia fajardista. Aun no sabemos hacia donde se inclina. Sería perfectamente discreta y neutral si no fuera por la frase de la sabia mujer latina, que resuena en el ambiente con sabor a cliché. El miercoles Jeff Sessions le dijo a Sotomayor que él estaba muy ofendido por su comentario, “usted ha evidenciado una filosofía de la ley que sugiere que el pasado étnico y las experiencias pueden y deben impactar naturalmente las decisiones de los jueces, y yo pienso que esto va en contra del ideal americano”.

Yo me pregunto si ese ideal de Sessions es verosímil. Lo pregunto con suspicacia porque Sessions voto por Alito, uno de los jueces actuales de la Corte Suprema y hombre blanco, que dijo en su audiencia en el 2006: “cuando me encuentro con un caso que involucra a un inmigrante, no puedo dejar de pensar en mis ancestros. Cuando recibo un caso de discriminación, debo pensar en las personas de mi familia que han sufrido discriminación por su pasado étnico, religión, o género, y tomo todo esto en cuenta”.

Sessions parece pensar que cuando un hombre blanco afirma que su experiencia pesa sobre su juicio es natural. Sotomayor, en cambio, le provoca miedo por la ira latina, la ira de los segregados. Los gringos aprietan sus nalguitas como si la frase la cantara Molotov. En EEUU los pardos deben ser calladitos y mesurados, porque cualquier otra cosa los hace ver como animales rabiosos. Un ejemplo excelente de un pardo emancipado, y por ende, aceptado sin miedo por los blancos, es Obama, tan correcto, tan blanquito, que olvidaríamos que es negro si su piel no nos lo recordara constantemente.

Sotomayor ha tratado de embarajar su comentario diciendo que su intención era inspirar a jóvenes latinas para que siguieran sus pasos, y que en ningún momento se trató de decir que las decisiones de una raza son mejores que las de otra. Sin embargo, la frase es evidente y no admite volteretas retóricas. Sotomayor creció en un tiempo donde se pensaba algo que hoy suena ridículo: solo los hombres blancos podían ser senadores. Es apenas lógico que Sotomayor tenga preferencias. Fue una torpeza hacer un juicio comparativo de valor pero también tiene todo el derecho de llenarse la boca con su etnicidad; después de todo está donde está gracias y a pesar de su origen latino.

Y esta etnicidad ¿afectará sus decisiones? Claro que sí. No hay objetividad pura, al menos no en un individuo. El discernimiento moral y ético esta fuertemente ligado a las experiencias de vida y a los valores culturales de cada persona. ¿La Corte Suprema puede aspirar a ser objetiva si incluye minorías raciales al mejor estilo de las comedias gringas y los enlatados para televisión? Tal vez, por que al menos así todos se ven cursimente representados, se amplía el espectro, se pueden ver las dos caras de la moneda, que hoy en día no son dos, sino muchas y múltiples superficies.


De madrugada

lunes, 6 de julio de 2009

Las chicas malas van a todas partes


Publicado el 5 de julio en El Heraldo, Revista Dominical.

Foto: Helen Gurley Brown

Desde 1972, Cosmopolitan le ha dicho a las mujeres del mundo cómo tener sexo inolvidable, cómo manipular, seducir, y ganarle la partida al ‘sexo fuerte’.

La última edición viene con los artículos genéricos para el verano: citas para el 4 de julio, los mejores vestidos de baño para tu forma de cuerpo, por qué los hombre son infieles, sexo caliente en la playa, la evolución del look de Jennifer Aniston y secretos para hacer cócteles. Esto, más un manual de posiciones sexuales y ‘tips’ de belleza, resumen el contenido mensual de la revista.

Uno podría pensar esta es una revista tonta para mujeres ‘necesitadas de macho’ y superficiales. Cosmopolitan puede parecer totalmente androcéntrica, gustarle a los hombres es su principal tema y bueno, admitamos que eso vende.

Es una revista para mujeres prácticas, que quieren salir adelante. Yo, que crecí leyéndola en las cajas de los supermercados, aprendí un par de trucos que he puesto en práctica con felices resultados. Aún así lo más importante que me enseñó fue a no pedir disculpas por ser mujer, por querer tirar o por usar un escote. Me enseñó que la sexualidad también es un arma y que no debo avergonzarme de usarla.

¿Cómo? Dirán muchas feministas. Si por lo que hemos luchado durante tanto tiempo es por dejar de ser objetos sexuales, porque no se nos defina por nuestro cuerpo. ¿Cuál es el problema con que nos definan por nuestro cuerpo? Las mujeres pensamos con el cerebro y también con el útero, y una diatriba feminista no va a lograr que seamos menos conscientes de nuestros gorditos o nuestras estrías. ¿Para qué luchar contra la corriente, si podemos usar la corriente a nuestro favor?

Cosmo es repetitiva, pero no está en la quiebra, un logro nada despreciable en un momento en que la crisis económica tiene a tantas publicaciones cerrando. Esto es gracias a su imagen atractiva y sus múltiples aplicaciones empíricas.

El milagro se lo debemos Helen Gurley Brown, quien ha sido la editora de la revista durante más de 30 años. En 1962 publicó el libro El sexo y la chica soltera (Sex and the Single Girl), título que definió a lo que se dedicaría por el resto de su vida. Portada tras portada, nos ha mostrado hermosas mujeres en mini-vestidos escotados, con mucho pelo y labios rojos, como si todas sus modelos fueran imitaciones de Jessica Rabbit.

En el periodo de posguerra las mujeres occidentales recibieron muchos ‘consejos’ (tal vez demasiados) sobre cómo vivir sus vidas. Las solteras que no habían conseguido marido eran objeto de lástima, y las que decidían no casarse eran repudiadas. Durante esos años, Brown era secretaria y después trabajó como ‘copy’en publicidad. Puso su carrera antes que su matrimonio y vivía lo que ella llamaba “un estilo de vida superlativo” en el que se permitió a sí misma actuar de acuerdo con sus deseos sexuales, y más importante todavía: no sentir remordimiento.

Las portadas de la publicación son ejemplos visuales de su filosofía. Brown percibió que a las mujeres también les gusta ver mujeres bonitas. Pensaba que sí, mostrar hace que los hombres miren, pero es bueno que a uno lo miren: la invisibilidad tiene muy pocas posibilidades.

Sus publicaciones están dirigidas a mujeres que buscaban trabajos, no carreras académicas, mujeres que necesitaban un feminismo práctico del día a día, sin elucidaciones sobre qué significa el género y todo el bla bla bla feminista.

Brown entendió, por ejemplo, que sus lectoras, mujeres de clase media, necesitaban ahorrar, por eso les aconsejaba dejar a los hombres pagar, sin que eso las hiciera menos independientes o libres. Cuando le decían manipuladora Brown contestaba “yo juego en la realidad”.

En la realidad han jugado las grandes mujeres de la historia. Estoy segura que Catalina II de Rusia, famosa por sus amantes, habría leído Cosmo, Virgina Woolf, cuyo marido le manejaba una imprenta mientras la dejaba en paz para que escribiera y tuviera aventurillas con otras intelectuales de la época, también habría estado suscrita. Ana Mendieta, Frida Khalo, se hicieron famosas por no tenerle miedo a su sexualidad ni tratar de racionalizarla como si fuera algo susceptible de disertaciones.

Ninguna se quedó quietecita en la casa, eran mujeres que más que saber tejer y bordar, sabían abrir la puerta para ir a jugar/trabajar/tirar. Esto es precisamente lo que Brown nos muestra en su revista, puede ser que las chicas buenas vayan al cielo, pero las chicas malas sabemos que se es más poderoso si se puede ir a todas partes.

Questionario Proust a Helen Gurley Brown, en la revista Vanity Fair: http://www.vanityfair.com/culture/features/2007/08/proust_brown200708

Después fue la gallina


Publicado el viernes 3 de julio de 2009 en www.elespectador.com

Desde que Liliana Pardo le regaló un huevo al presidente Uribe, el jueves pasado, se convirtió en una celebridad. Su nombre arroja 488.000 resultados en Google (pronto, 488.001 por esta columna).

El movimiento Tienen Huevo comenzó con el periódico El Grafitti, que se repartía en las universidades de Cali. En el 2002 quisieron hacer algo más contundente y se lanzaron a la Cámara con Camilo Romero. Se recogieron más votos de los esperados en tres meses. 30 personas hacinadas en una casa del centro de Bogotá improvisaron la campaña. Romero se quemó (a la gente que los apoyaba le dio locha votar), pero la experiencia sirvió para aprender dos cosas: primero que
tenían poder de convocatoria y segundo que la vuelta no era por la política sino por los medios de comunicación. Hacia el 2004 quisieron abrirse a otras ciudades del país y por eso convirtieron El Graffitti en la publicación Tienen Huevo. Liliana cuenta que la vio en una tienda de su barrio y les escribió para vincularse. Tienen Huevo sacó 3 ediciones impresas en el 2004 y se quebró.

Entonces decidieron cambiar el impreso por Internet, y así nació www.tienenhuevo.com. El blog, que se actualiza a diario, ganó el concurso del Blogger nacional de Semana.

“Internet rompe fronteras y barreas, es instantánea, inmediata, le dimos la vuelta al mundo en media hora” dice Liliana, que ahora se ve acosada por entrevistas. “¿Cómo los han tratado los medios?” le pregunto. “La FM está feliz con nosotros, medios regionales como El Heraldo, otros de Internet como www.lasillavacia.com han estado llamando. Caracol está pendiente, pero RCN nada”.

Esto para Liliana es una evidencia de la división de los medios en el país. “Semana tiene huevo, nos puso en bajada por no darle la mano al presidente, y no sabemos nada de Vladdo”. La crítica de Semana, como la de muchos, se centra en los modales de Liliana. Cuando llegó el momento de darle la mano se vio rodeada por la guardia presidencial. Decidió no hacerlo, no ser una lady. Eso no habría sido consecuente. “A mi me impresiona lo que indigna a la gente en este país; los crímenes de estado no les molestan, pero si alguien no da la mano, eso sí es terrible”.

“¿Qué cree que hizo Uribe con el huevo?” pregunto. “Espero que se lo diera a sus hijos, ellos también tienen huevo.” El gesto de Liliana, aunque no es el primer ataque de Tienen Huevo (en el 2007 le reventaron uno a Juan Manuel Santos), ha convertido a este item de la canasta familiar en un arma, en un símbolo de la inconformidad, con un slogan poderoso, efectivo y fácil de recordar. Me dice que lo que pretenden es poner a pensar a la gente, provocarla a que opine y salga del facilismo y la apatía.

¿Por quien votaría Liliana? No sabe. “A todos los que podían hacer algo los mataron”. “¿Quiénes son esos?” le pregunto, “Gaitán… Garzón. ¡Garzón es nuestro gallo!” Para Tienen Huevo el humorista es un modelo de política que usa los medios y la parodia, y esto es lo que les parece más efectivo. “El huevo no es política, es opinión y humor”, me dice Liliana, yo pienso es las tres.

Liliana trabaja como voluntaria para proyectos sociales en Cazucá. Su trabajo le muestra lo mal que está el país y por eso no entiende porque muchos colombianos aseguran que vamos bien. “¡Todos tienen huevo!” me dice, y afirma que ella tampoco es de izquierda, porque a la izquierda le falta humor, por eso no me contesta quién le gusta más, si Petro, o Gaviria o Lucho. Las izquierda es aburrida y mamona, se toma todo muy en serio, por eso muchos jóvenes, aunque están de acuerdo con sus ideas no se sienten identificados.

Por eso esta es una iniciativa valiosa. Permite la identificación de demografías a las que antes les daba lo mismo la política. Viene espontáneamente de un grupo de jóvenes, es barata e independiente. Lo mejor es que no son los únicos. Últimamente hemos visto en Colombia varias acciones políticas jóvenes, como la manifestación de Porte su dosis de personalidad y las animaciones de El pequeño tirano (www.parodiario.tv). Aunque siguen siendo underground, han sido iniciativas exitosas porque han sido reconocidas y difundidas gracias a la Internet, un territorio mediático que sigue siendo democrático y que en gran medida está en manos de nuevas generaciones.

Me llama la atención que Liliana me hable siempre en plural; es una maña bastante izquierdosa. Aún así lo entiendo, Tienen Huevo está convirtiendo en una causa política (pollítica, dirá ella) y de ahí que sus declaraciones vengan en nombre de todos los involucrados. En un país donde siempre había sido primero la gallina: las instituciones, el establecimiento, la política tradicional; empieza a verse un cambio. Hay jóvenes que están haciendo política sin untarse de los medios tradicionales. Ponen primero el humor, la inexperiencia, los mensajes crudos, el huevo. Es probable que con el tiempo este tipo de gestos pierdan su frescura, pero cuando se conviertan en gallina, sabremos siempre, que primero fue el huevo.