“Quiero pensar que una sabia mujer latina puede tomar mejores decisiones que un sabio hombre blanco” dijo una vez Sonia Sotomayor. Esta ha sido la frase más repetida en los noticieros gringos de esta semana. El cuento es que una mujer latina (:O) está a punto de ser parte de la Corte Suprema de Justicia estadounidense.
En Colombia, para que el público general se emocione tanto con la política tocaría meter de senador a Julio Nava para que arranque narices. A los gringos les basta con que se diga mujer y latina, y se alborotan; pero eso está muy bien: se plantea un debate interesante en el que los ciudadanos opinan con vehemencia: ¿Puede o debe pesar el origen étnico y las experiencias vividas en las decisiones de un juez? ¿Es realmente ciega la justicia? ¿Objetiva? ¿Racional? No; y esto es lo que representa Sotomayor: que un juez antes que juez, es una persona con una historia de vida.
Sotomayor nació en 1954, el año en que un caso de la Corte Surprema que resultó en que se prohibiera la segregación en los colegios públicos norteamericanos (Brown Vs. Board of Education). Como podemos ver, la juez nace ya inmersa en esta discusión, sobre la acción afirmativa y los derechos de las minorías. Se graduó de Princeton con excelentes notas, y tiene un record impecable como juez: es decir, encarna el sueño americano: salir adelante en el país donde, si te esfuerzas, todo lo puedes.
El reto de los republicanos es mostrar que como es latina y mujer, su criterio como juez está sesgado. Es su única caída. Todas estas zancadillas, Sotomayor las ha esquivado con pericia fajardista. Aun no sabemos hacia donde se inclina. Sería perfectamente discreta y neutral si no fuera por la frase de la sabia mujer latina, que resuena en el ambiente con sabor a cliché. El miercoles Jeff Sessions le dijo a Sotomayor que él estaba muy ofendido por su comentario, “usted ha evidenciado una filosofía de la ley que sugiere que el pasado étnico y las experiencias pueden y deben impactar naturalmente las decisiones de los jueces, y yo pienso que esto va en contra del ideal americano”.
Yo me pregunto si ese ideal de Sessions es verosímil. Lo pregunto con suspicacia porque Sessions voto por Alito, uno de los jueces actuales de la Corte Suprema y hombre blanco, que dijo en su audiencia en el 2006: “cuando me encuentro con un caso que involucra a un inmigrante, no puedo dejar de pensar en mis ancestros. Cuando recibo un caso de discriminación, debo pensar en las personas de mi familia que han sufrido discriminación por su pasado étnico, religión, o género, y tomo todo esto en cuenta”.
Sessions parece pensar que cuando un hombre blanco afirma que su experiencia pesa sobre su juicio es natural. Sotomayor, en cambio, le provoca miedo por la ira latina, la ira de los segregados. Los gringos aprietan sus nalguitas como si la frase la cantara Molotov. En EEUU los pardos deben ser calladitos y mesurados, porque cualquier otra cosa los hace ver como animales rabiosos. Un ejemplo excelente de un pardo emancipado, y por ende, aceptado sin miedo por los blancos, es Obama, tan correcto, tan blanquito, que olvidaríamos que es negro si su piel no nos lo recordara constantemente.
Sotomayor ha tratado de embarajar su comentario diciendo que su intención era inspirar a jóvenes latinas para que siguieran sus pasos, y que en ningún momento se trató de decir que las decisiones de una raza son mejores que las de otra. Sin embargo, la frase es evidente y no admite volteretas retóricas. Sotomayor creció en un tiempo donde se pensaba algo que hoy suena ridículo: solo los hombres blancos podían ser senadores. Es apenas lógico que Sotomayor tenga preferencias. Fue una torpeza hacer un juicio comparativo de valor pero también tiene todo el derecho de llenarse la boca con su etnicidad; después de todo está donde está gracias y a pesar de su origen latino.
Y esta etnicidad ¿afectará sus decisiones? Claro que sí. No hay objetividad pura, al menos no en un individuo. El discernimiento moral y ético esta fuertemente ligado a las experiencias de vida y a los valores culturales de cada persona. ¿La Corte Suprema puede aspirar a ser objetiva si incluye minorías raciales al mejor estilo de las comedias gringas y los enlatados para televisión? Tal vez, por que al menos así todos se ven cursimente representados, se amplía el espectro, se pueden ver las dos caras de la moneda, que hoy en día no son dos, sino muchas y múltiples superficies.