la estupidez de sus seguidos, que no escuchan a los que nos quejamos del presidente en el periódico, respaldando nuestras críticas con algún título universitario que acredita nuestra inteligencia. ¿No se supone que los bondadosos intelectuales de izquierda nos creen a todos iguales? ¿A cuenta de qué aparecen estas divisiones tan simplistas?
Estas divisiones no tienen lugar si pensamos que en realidad todos somos gente que vota, o no vota, por Uribe, según unos intereses particulares que nada tienen que ver con una afiliación ideológica real. La idea de una masa bovina es anticuada. Más que eso, es una idea de los Nazis: en el 45 dijo Gobbels, Ministro de Instrucción para el Público y Propaganda Nazi que "No hay necesidad de dialogar con las masas, los slogans son mucho más efectivos. Éstos actúan en las personas como lo hace el alcohol. La muchedumbre no reacciona como lo haría un hombre, sino como una mujer, sentimental en vez de inteligente.
La propaganda es un arte, difícil pero noble, que requiere de genialidad para llevarla a cabo. Los propagandistas más exitosos de la historia han sido Cristo, Mahoma y Buda". Es cierto que nuestros argumentos racionales han fallado, más aún enfrentados a la especie de sub-mesías que es Uribe, pero ¿por eso debemos considerar a quienes lo apoyan como una muchedumbre incapaz de razonar? Si la inteligencia es la capacidad que tenemos para resolver problemas los brutos somos aquellos que nos oponemos al presidente, con una arrogancia intelectualista que claramente, no ha ayudado a mermar su popularidad.
Yo tengo amigos uribistas y sé que no son ingenuos. Más que ingenuos, lo que son es cómodos, y el beneficio personal, pragmático, es una razón válida para votar por alguien. Si yo pretendo convencerlos de que decidan en contra de lo que a ellos les resulta beneficioso, pierdo mi tiempo. Se necesita más que eso. A los detractores del presidente nos pareció que nuestros argumentos serían escuchados por el sólo y único mérito de nuestra razón, como si tener la razón fuera la gran vaina en un país en el que la gente vive al día. Pensamos que la clase dirigente colombiana dejaría de lado favores individuales por el bien común, que parece difuso, más aún cuando esta clase piensa que si a ellos les va bien, generan trabajo, y esto beneficia a todo el país -y a todos esos jóvenes de bajos recursos que sueñan con ser caddys-. A fin de cuentas, caddy o mesero, trabajo es trabajo.
Nada más bruto que llamar al 71% de la población bruta. Aún más porque no van a darse por aludidos, los uribistas, en su mayoría, creen en sus razones para apoyar al presidente. Explicar ese 71% como una masa ignorante, es la mejor manera de perderlos como votantes. Simplificamos sus razones y en esa reducción hay un juicio moral implícito, que tampoco sirve para nada, porque no se trata de juzgarlos, se trata de entenderlos, y a partir de eso proponer algo que resulte atractivo para ellos.
Los brutos somos los que hemos atacado con argumentos algo tan emocional como la política. Los brutos somos los que no hemos sabido dar opciones reales y convincentes para un sucesor a la presidencia. Brutos porque no entendemos que una opción real y convincente no es un mamerto inteligente y comprometido, es un líder carismático que no intimide a la “masa bruta” con su grandes palabras, sino que la inspire y le de confianza, que ofrezca soluciones, y no juicios morales.
3 comentarios:
Genial, estuvo...
Hola Catalina, quisiera pedirte un favor, es para un regalo. Leonardo
buenísimo
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