viernes, 24 de septiembre de 2010

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martes, 25 de mayo de 2010

Mujer soltera busca

Publicado el 21 de mayo de 2010 en la sección de Opinión de www.ElEspectador.com

Las últimas arremetidas contra la legalización del aborto por parte de Alejandro Ordoñez y su secuaz Ilva Myriam Hoyos Castañeda, que con gran sarcasmo ejerce el cargo de procuradora delegada para la defensa de la familia, han puesto sobre la mesa el tema de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, algo que nos afecta a todos y que bien valdría tener en cuenta a la hora de votar por el nuevo presidente.

Después de 4 años de la despenalización parcial del aborto en nuestro país, solo 649 mujeres han tenido acceso a este derecho según el Ministerio de la Protección Social, cifra que contrasta con el estimado de abortos ilegales, 400.000 al año, según un estudio de la Universidad Externado de Colombia. Esto muestra que somos un país tapado y mojigato y que el aborto es un problema de salud pública del que debe ocuparse el Estado. ¿Cuál de los candidatos defenderá los derechos de las mujeres ante los macabros planes del señor Ordoñez?

El 4 de mayo varias organizaciones de mujeres del país invitaron a los candidatos presidenciales a exponer las principales líneas de sus planes y políticas de gobierno para avanzar en el reconocimiento, la garantía y la realización de los derechos de las mujeres en Colombia. Al encuentro, organizado por reconocidas feministas como Florence Thomas, Beatriz Quintero de la Red Nacional de Mujeres y Marcela Sánchez, directora de Colombia Diversa y centenares de mujeres en toda Colombia que participaron en la creación del cuestionario.

Al evento asistieron Mockus, Noemí y Jaime Araujo, y las candidatas a vicepresidencia Clara López y Elsa Noguera. Ni Pardo ni Santos hicieron presencia. Pardo ha dicho públicamente que está a favor de la despenalización parcial del aborto y en el 2009 propuso que se distribuyera de manera gratuita la pastilla del día después en los estratos 1 y 2. Santos, en cambio, no podía darse el lujo de no asistir, pues en su programa de gobierno solo nos ofrece un mayor énfasis en el programa de Mujeres en Acción y hace una etérea promesa de poder al género, sustentada en una cita de García Márquez.

Mockus partió de su premisa de que la vida es sagrada para decir que toda violencia homicida es en realidad violencia contra la mujer, la creadora de vida. Partiendo de una anécdota personal dio a entender que no le suena mucho lo del aborto pero que se acoge a la ley. Señaló que vamos a hacia sociedades que van a ser más tolerantes ante el aborto y al respecto recordó que los hombres son importantes en la toma de estas decisiones. Elsa Noguera se mostró conservadora pero respetuosa de la sentencia C-355 y prometió hacer cumplir la ley de cuotas. Araujo fue progresista pero inmemorable. Clara López se lució, habló de inversión, de solidaridad femenina, de la diversidad y de la soberanía sobre nuestro propio cuerpo.

Noemí, que busca el voto de la mujer con el cuento de ser la primera mujer presidenta, que ha dicho que el machismo le hace zancadilla (como si para eso ella no se bastara a sí misma), resultó abucheada por hetereonormativa. Dijo que si bien respetaría la ley no trabajaría en pro de la despenalización total del aborto porque no comulgaba con su catolicismo y la mayoría de sus propuestas estaban dirigidas a las mujeres con familia, como si en su imaginario las colombianas fueran incubadoras. También prometió más discriminación positiva, la misma discriminación positiva que ha sido el pivote de su campaña, tal vez olvidando que positiva o no la discriminación sigue siendo discriminación.

El día en que ser mujer no sea un plus coqueto para llegar a la presidencia podremos hablar de verdadera igualdad de género. Llegar a esta igualdad tiene que ver con entender que en las mujeres reproducirse es una opción, no una función, y por eso una política menos tibia en defensa del aborto es lo que yo quiero exigir del próximo presidente, como mujer soltera en edad reproductiva, y sobre todo como colombiana.

Sparkies

Publicado el 24 de mayo en la edición II del periódico Foro Javeriano. http://www.scribd.com/doc/31788962/Edicion-II-de-2010



Los estudiantes han jugado un papel importante en coyunturas claves de la historia nacional, desde la caída de Rojas Pinilla hasta el movimiento de la séptima papeleta que le abrió espacio a la Constitución de 1991. Pero esos eran otros tiempos, otras generaciones para las que ser de izquierda era un orgullo y no un gusto por la lana virgen; otras generaciones más impresionables, que no se habían vuelto apáticas sentadas frente al televisor.
Las manifestaciones de los estudiantes, parecían, a principios de este siglo, un pasatiempo exótico de la universidad pública. Sin embargo, hace poco varios estudiantes Javerianos desplazaron a un grupo de impulsadores con propaganda de Juan Manuel Santos hasta sacarlos de la universidad. Al parecer los estudiantes, en su mayoría partidarios de Mockus, se unieron espontáneamente para abuchear y después echar a empujones a los santistas. La masificación, aunque desafortunada, es una manifestación política típica, pero atípica en una universidad privada como la Javeriana.
“En la Javeriana no se tiran piedras sino Sparkies” dice una de las bromas más populares sobre esta universidad. Como casi todas las bromas, parte de hechos reales: primero que no nos alcanza para unos M&Ms y segundo, que la Javeriana no es conocida por sus movimientos estudiantiles o grandes protestas. Sin embargo estas manifestaciones se han hecho más frecuentes. En el 2006 varios javerianos recibieron a Uribe llevando mordazas en señal de protesta y después tuvieron un enfrentamiento verbal con el presidente. Pocos días antes Uribe tuvo un recibimiento parecido en la Universidad de los Andes, también privada. Uribe dijo entonces que había un comunismo disfrazado pero en realidad lo que pudo verse fue una mayor participación política por parte de la universidad privada que llevaba sus buenos años sin manifestarse frente al establecimiento – a favor o en contra, recordemos que fue la tuna javeriana la que acompañó a Lucero Cortés a darle una serenata a my president en el día de la mujer.
En un editorial del periódico El Tiempo en junio del 2007, se habla de sorpresa frente a las manifestaciones de los estudiantes que hubo en mayo de ese año y se plantea la pregunta sobre la continuidad de estas manifestaciones. Creo que hoy es evidente que no fueron flor de un día, pero es hora de plantearse la pregunta por cómo son y hacia dónde van. Podemos empezar por decir que se diferencian de las manifestaciones estudiantiles de otras épocas en que no necesariamente están impulsadas por la izquierda o por tendencias comunistas, y muestran un gran escepticismo frente a la lucha armada. Los líderes estudiantiles están privilegiando un discurso más pragmático y calificado que en el pasado reciente y un énfasis en símbolos democráticos y alternativos: gobiernos paralelos, fórmulas viables de cambio político, depuración electoral, organizaciones juveniles de partidos y movimientos.
A propósito de los Sparkies, hay que preguntarse qué ha encendido de nuevo la chispa (spark) política en la universidad privada. ¿Será acaso físico cansancio de llevar los últimos ocho años de su vida bajo el mandato del mismo presidente? ¿Es el renacimiento de la esperanza de un cambio y la creencia en la posibilidad del mismo? La renovada presencia de la universidad privada en la discusión política nacional, así sea para tirar Sparkies, significa que estas manifestaciones son más que una mala costumbre mamerta, son una inclinación compartida de los jóvenes colombianos por participar en el engranaje democrático: el destello de una generación cada vez más crítica, activa políticamente y capaz de responsabilizarse por su país.

lunes, 24 de mayo de 2010

El imperio de los inmigrantes



Columna publicada el 6 de mayo en www.elespectador.com

Érase una vez una tierra fértil y maravillosa, con dos océanos, grandes planicies e imponentes atardeceres, donde todo el que necesitara refugio sería recibido y cambiaría su miseria por una infinidad de oportunidades.

Los viajeros que llegaban a esta tierra prometida eran recibidos por una hermosa mujer que les decía “¡Guardaos tierras antiguas, vuestra pompa legendaria! ¡Dame a vuestros rendidos, a vuestros pobres, vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad! [...] Enviadme a estos, los desamparados sacudidos por las tempestades a mí ¡Yo elevo mi faro detrás de la puerta dorada!”

Esta mujer es la Madre de los Desterrados, más conocida como La Estatua de la Libertad, insignia del imperio que se construyó sobre la base de los sueños de muchos inmigrantes. 124 años después la que otrora fuera la tierra de las oportunidades es la tierra de los prejuicios. La gobernadora de Arizona, Jan Brewer, traicionó uno de los fundamentos ideológicos de EEUU al promulgar el viernes pasado la ley sobre inmigración más dura en la historia del país: la policía de Arizona podrá a partir de ahora comprobar si un extranjero está de forma ilegal en el país si existen "sospechas razonables". La cosa funciona más o menos como los bouncers de las discotecas: personajes poco calificados que no saben nada de uno, emiten un juicio rápido sobre nuestra apariencia y de eso depende el buen o mal trato que recibamos a la entrada del bar. Lastimosamente EEUU no es un bar, y los inmigrantes no llegan allá a divertirse sino a limpiar baños. A diferencia de los bares, donde uno puede tramar con unos buenos zapatos, lo morenito y bigotudo no se quita tan fácil y estos dos adjetivos son suficientes para suscitar las “sospechas razonables” de los policías y la paranoia racista de todos.

Estos indocumentados, que son en su mayoría latinos, no pagan impuestos, saturan los colegios y hospitales del Estado, y otros recurren al crimen. No habría nada malo en exigir que estos inmigrantes entren legalmente a EEUU, pero no les está permitido pues las leyes migratorias se hicieron hace más de 20 años cuando la demanda estadounidense de hacedores-de-oficios-varios-mal-pagos, era mucho menor. Hoy en día el mercado laboral estadounidense demanda hasta 500.000 trabajadores no calificados por año mientras que el actual sistema inmigratorio solo autoriza 5.000 visados permanentes para esta categoría.

“Los mexicanos hacen trabajos en EEUU que ni los negros quieren hacer”, dijo una vez el ex presidente mexicano Vicente Fox. En efecto, los latinos han ido tomando gradualmente las plazas de trabajo antes ocupadas por los negros: producen tabaco, empacan pollos, y monopolizan el trabajo en servicios en ciudades como las Vegas. En realidad son mano de obra barata con las ventajas adicionales de que no pueden ni votar ni sindicalizarse.

Sin embargo el argumento no es rogarle a los gringos de Arizona, muchos, de origen latino, que nos dejen por favor ir a limpiarles el patio trasero. Se trata de que eso de inmigrar a Estados Unidos no nos lo inventamos nosotros, no somos ratas huyendo de un barco que se hunde, sino personas que buscan un trabajo que supla sus necesidades básicas, ya que por estas tierras limpiar baños no es tan rentable. Los inmigrantes ilegales son gente que creyó en la promesa de felicidad implícita en todos los anuncios de Coca Cola y que le reclama a EEUU que cumpla con su ofrecimiento fundacional de ser el imperio de los inmigrantes: una tierra prometida que ahora es solo un cuento de hadas.

Puro corazón

http://www.flickr.com/photos/ansyColumna publicada en UN PASQUÍN, el 1 de mayo de 2010. http://www.unpasquin.com/PDF-Version/Un-Pasquin-Ed53.pdf

En la Guerra de los Mil Días murieron de 100 a 130 mil colombianos, cuando Colombia solo tenía 4 millones de habitantes. La economía del país se desplomó y el país se iba yendo al Averno. Cuando la guerra llevaba dos años y medio, el Arzobispo de Bogotá, Monseñor Bernardo Herrera Restrepo, iluminado por una luz interior, vio que la única solución era acudir al Sagrado Corazón de Jesús. Se dirigió entonces a la Presidencia de la República y como único medio para conseguir la tan anhelada paz, sugirió al vicepresidente encargado, el Doctor José Manuel Marroquín, la Consagración de la República al Sagrado Corazón de Jesús.

El símbolo ha calado tan hondo en nuestra cultura que, cuando los publicistas encargados de envolver la imagen del país en celofán (y convertirlo en golosina para extranjeros) hicieron sus focus groups, descubrieron que Colombia era pasión y raudos diseñaron el famoso logo del corazoncito. Colombia engulló el Corazón de Jesús para regurgitarlo en un ícono publicitario.

Y resulta que sí, el corazón nos sienta, solo un país de emotivos como el nuestro tendería con tanta facilidad a la horda enardecida, o tendría tanto amor por el jingle, o tanto desdeño por los polisílabos. El corazón nos sienta porque es simétrico, está hecho de dos zonas opuestas y enfrentadas, con el corazón se es, o lo uno o lo otro, las pasiones no aceptan medias tintas. Claro, la política despierta pasiones en todo el mundo y no somos el único país ensartado en una dicotomía, pero si somos uno de los pocos que ha llevado el maniqueísmo hasta el emblema.

Después de años de forcejeo entre el ventrículo derecho y el ventrículo izquierdo del país, aparece el Partido Verde que como una luz de esperanza reta a la polarización. Pero no. La ola verde ha despertado las colombianas pasiones de muchos, hasta de los supuestos a-políticos, y lo que tenemos de nuevo es el maniqueísmo de siempre, solo que esta vez, entre mockardos y memelistas.

Pero así somos en Colombia, puro corazón. Un símbolo termina por afectar la realidad que lo determinó en un principio, y el corazón viene siendo uno de los símbolos patrios desde hace mucho.

Es evidente que el arzobispo estaba equivocado; afiliarnos al corazón no trajo la paz, tal vez hasta nos abocó a un conflicto perpetuo. De todas formas nunca es tarde para dejar de tener una posición blanca o negra, y entregarse a la promiscuidad de tonos y matices del espectro político. Porque se puede apoyar a un candidato y aún así disentir, y entonces podremos salir de esta teocracia donde esperamos que el presidente sea Bochica reencarnado, y movernos hacia una verdadera democracia.

Durante la última semana mi correo electrónico se ha llenado de presentaciones en powerpoint explicándome por qué Mockus es la mejor opción. De alegrarme por la intensidad pasé rápidamente al hastío, y hoy desvío levemente mi mirada cada que veo un girasol. A Mockus le pasa como a Fito Páez, cuya cursilería no está en sus canciones sino en la gente que le dice “Fito”.

Ahora, yo no estoy en contra de la ola verde, si tanto spam les gana votos, pues ¡hágale! Solo me llama la atención que una y otra vez el pueblo colombiano tiene los mismos patrones de comportamiento, y exhibe una pasión exagerada hasta por el candidato que nos dice que Colombia también es razón.

Los muérganos

Obra del artista Rafael Gomezbarros

Publicado el 23 de abril de 2010 en la sección de Opinión de www.elespectador.com

“Nadie quiere ser un muérgano” fue, en el debate del domingo, la más profunda de esas cándidas verdades (estilo Forrest Gump) que a veces suelta a candidata conservadora.

“Muérgano” según el DRAE es un colombianismo que quiere decir “objeto inútil” y es lo que algunos desplazados le han dicho a Noemí que nunca quieren ser. Claro, nadie quiere ser un objeto inútil, pero ¿qué quiere decir reamente eso? ¿Qué es ser un muérgano?

Judith Butler habla de “las vidas precarias”, o aquello que no reconocemos realmente como vida. Cuando decimos “vida” lo decimos dentro de un marco normativo de lo que reconocemos por vida, este marco cambia según la época y la cultura, y como todo marco, tiene siempre “algo” que está por fuera. Ese algo es la vida precaria, esa figura que aunque viva, no se reconoce como una vida. Estos son los muérganos, hombres y mujeres en un limbo ontológico donde no se reconocen como ciudadanos.

Era un consejo de supervivencia cuando mi abuela, paisa como Noemí, me decía enfáticamente que “no fuera una muérgana”, me estaba diciendo, de cierta manera, que agradeciera ser un sujeto con lugar en la sociedad y que conservara esta condición. Los muérganos son los olvidados, desligados de todo vínculo social y espacial, aquellos cuyas vidas no son comprendidas y no van a ser lloradas. Desplazados desmovilizados habitantes de la calle, trabajadores sexuales, guerrilleros, hampones, ancianos, carne de cañón, colombianos sin voz ni discurso y hasta vidas que no tienen una voz articulable en programas políticos. Ser un muérgano es estar tragado por la nada, es tener una vida dispensable, a los ojos del Estado. Es peor que ser un Donnadie, pues los muérganos son los que alcanzan la fama al convertirse en falsos positivos.

Ofrecerles a los colombianos un mañana con menos muérganos implica –o bien limpieza social- o bien suministrar unos apoyos básicos en salud, alimentación, trabajo, educación, movilidad, libertad de expresión, y protección contra la opresión que el Estado actual no aporta. Por no tener estos mínimos, estas poblaciones no son realmente reconocidas por el Estado, y cuando hay casos de violencia estatal, suelen ser las víctimas. Paradójicamente estos muérganos solo pueden quejarse ante el Estado, que los excluye, o hacer bulla desde el borde y atacar de vuelta.

¿Qué le contestaría la candidata al desplazado que le hacía semejante exigencia existencial? ¿Pensará Juan Manuel Santos que los muérganos son aquellos que explotan los carros bomba y asustan a la inversión extranjera? ¿Tiene Mockus un programa cultural y educativo capaz de reducir las ninguneadas a los muérganos? Estos, los que están al margen, aunque no pueden votar son quienes más deben importar para un candidato político porque por oposición, un Estado se define por los muérganos con los que tiene que lidiar.

Estos márgenes deben ser la principal preocupación de los votantes, que debemos recordar que nuestro voto cuenta para quienes no pueden votar.

La paloma


Publicado el 9 de abril de 2010 en la sección de Opinión de www.elespectador.com

La paloma es el animal mas mórtifero de todos. Dos palomas encerradas en una jaula pueden acabar la una con la otra de forma sanguinaria. ¿Cómo? Me dirán ustedes, ¿con esos picos y garras tan inofensivos? Pues con la máxima crueldad.

Dice Vitus B. Droscher en su Best Seller Hay que aullar con los lobos, en el que habla del cándido error de un hombre que enjauló un par de tórtolas para aparearlas, que la violencia de la paloma no es comparable con la de animales más grandes y fuetes como los leones, los lobos o los tiburones. Y sin embargo, la paloma, es la paloma de la paz que tantos niños dibujan patrióticamente junto a una bandera de Colombia.

La explicación de Droscher es que la naturaleza ha dotado, a los animales capaces de hacer gran daño, de mecanismos de control que les permiten contenerse La paloma, en cambio, no tiene estos mecanismos, porque no tiene las armas o los medios para atacar y no esta nunca en condiciones de hacinamiento tales que no tenga la posibilidad de escapar.

Es decir, la paz de la paloma es una paz acordada por las circunstancias. No depende de ninguna ,manera de la paloma, que si tuviera la oportunidad mataría a las demás. Todo esto resulta en una buena metáfora de los humanos, que nos parecemos a las palomas con nuestras uñas quebradizas, nuestros débiles cuerpos semilampiños y nuestra tendencia a la sobrepoblación. Tal vez por eso somos tan violentos. Pero tal vez, también, esta violencia se ve mermada si tenemos libertad y espacio. Tal vez de eso se trata la paz.

Esa lúgubre quietud de nuestras carreteras, que tanto se asocia con cómo ha mejorado el país está comprada con sangre de colombianos que kilómetros adentro se están matando. Nuestro gobierno, cada vez más restrictivo, nos constriñe y ese no es el camino de la paz. Una muestra clara es que el deseo de violencia no ha mermado en este país, solo ha aumentado el miedo, por eso vemos militares en los lugares más recónditos de y nos sentimos “protegidos” por fusiles que marcan límites infranqueables. En busca de esa seguridad, que en realidad es una jaula, las élites del país dijeron que el paramilitarismo era necesario y que piden ahora continuidad para el gobierno de Uribe, que ha tenido mano blanda con los paracos y corazón pequeño con los pobres, los pueblos originarios, los estudiantes, los campesinos. Un gobierno que ha desdeñado las libertades individuales para privilegiar el control, y se caracteriza por ser un contraejemplo de tolerancia.

En Colombia el deseo de paz se ha llevado a la de-significación de tanto repetirlo, y terminamos confundiendo paz, con seguridad, y seguridad con control. ¿qué es la paz? ¿el perfecto consenso? Imposible. ¿el control extremo? Espantoso. La paz, si algo, debería ser un sano disenso, la posibilidad de diversidad, la igualdad de posibilidades, la libertad de elección, la mayoría de edad; condiciones, que como las alas de las palomas, hacen de la violencia algo innecesario.

La pared imaginaria


Publicado el 25 de marzo de 2010 en la sección de Opinión de www.elespectador.com

Durante la última semana he estado en Uruguay el Campamento Latinoamericano de Jóvenes Activistas Sociales (JAS 10), en la provincia de Colonia, a orillas de Río de la Plata.

JAS 10 se funda en que en la convicción de que los jóvenes latinoamericanos tienen desafíos importantes como construir una América Latina más integrada, cuidar la vida, respetar la diversidad cultural, erradicar la violencia, fortalecer la ciudadanía, lograr un desarrollo sostenible, incluir a todos y construir la paz.
Debo decir que lo que esperaba antes de venir era una manada de mamertos con migas de comida en la barba, hippies comeflores y socialbacanes fanáticos de Diego Torres. Estaba muy equivocada. He encontrado jóvenes comprometidos con el trabajo por sus países y con proyectos inteligentes e ingeniosos, convencidos de que es mejor trabajar, poquito a poquito, para tener un mejor país, antes que sentarse a ver a las injusticias pasar frente a su puerta. No por esto son locos idealistas, todos, desde su campo, se han esforzado por trabajar en un problema específico de su país, de manera seria y coherente, sin necesidad de caer en los clichés antes mencionados. En las próximas semanas estaré mostrando varios de estos proyectos en el blog que llevo en este periódico para darles visibilidad en Colombia.
Suramérica y el Caribe son regiones con una profunda y enquistada historia de violencia, con países que le han pedido a sus gobiernos “mano dura” para acabar con esa tradición de sangre. Esta mano dura es violenta por definición, y su rigidez y puño alzado ha generado más violencia, y presidentes ambiciosos que buscan perpetuarse en el poder, a costa de consumir a sus países, como vampiros políticos obsesionados con la inmortalidad. Esta región tiene pueblos llenos de pobreza, ignorancia, y corrupción, que en un momento dado han justificado los crímenes de estado como “necesarios” como si ese adjetivo pudiera usarse justificar la muerte de alguien.
Me sorprendió que a pesar de estas historias similares, conocemos poco de lo que pasa en los otros países, nos hemos quedado ensimismados en nuestros propios problemas sin mirar a los vecinos que están pasando por dificultades parecidas. Aquí pocos sabían de la caída del referendo, de los Falsos Positivos, o de las dinámicas de guerra de los tres flancos (ejército, paramilitares y guerrilla) que se han dedicado a perpetuar la Patria Boba colombiana. Nosotros tampoco sabemos mucho de los otros países, el común de los colombianos no está enterado de los detalles del reciente golpe de Honduras, o es consciente de cuánto sigue sufriendo la Argentina por noches como la de los Lápices.
En el campamento se desarrolló una dinámica en la que se nos mostró una cuerda amarrada entre dos postes a una altura de casi dos metros. Se nos dijo, entonces, que dicha cuerda era una pared, y el ejercicio consistía en atravesarla en conjunto, sin pasar por debajo o alrededor y sin dejar a nadie atrás. El ejercicio evidenció varias cosas, la primera que para el primero era más difícil pasar y para el último, casi imposible. La segunda, que muchos opinaban de lejos pero no participaban. También se vio como, en grupo, nos lanzamos a magullarnos para atravesar dicha cuerda, orientando nuestros esfuerzos al ensayo y error, descartando la reflexión previa. Casi todos le creímos al tallerista que dicha pared existía, aunque nuestra comprobación empírica contradecía su máxima, y nos quedamos ahí, esforzándonos ridículamente por pasar, sin éxito.
Esto fue una clarísima alegoría de cómo las potencias mundiales nos han impuesto unas barreras aparentemente infranqueables, pero que en realidad residen en nuestra aceptación de un discurso externo, y de cómo salimos corriendo a darnos en la cabeza con dichas barreras, sin cuestionarlas antes, cuando lo más probable es que no existan, y de cómo no observamos nuestros problemas global y racionalmente para resolverlos, como si pensar no fuera la acción más contundente y propia de los seres humanos.
El activismo social comienza con eso, con pensar, leer e informarse, y trabajar en conjunto por un bien común. Encuentros como este enfatizan en esto y promueven la comunicación y la unión de una Latinoamérica diversa y pluricultural debe entender que el problema de un país es el problema de todos, y que nuestra verdadera barrera es la ignorancia.

Hacia un feminismo innecesario


Publicado el 12 de marzo de 2010 en la sección de Opinión de www.elespectador.com

Hoy muchas mujeres podemos votar, usar pantalón o falda según la preferencia, sabemos leer, escribir, sumar, restar, disfrutar de que sea ilegal que el novio o marido nos dé una muenda y de la posibilidad de tener propiedades.

En gran parte, todo esto, que muchas mujeres occidentales de hoy dan por sentado, es obra de un poco más de 100 años de movimiento feminista. ¿Por qué entonces un movimiento que nos ha traído tantas ventajas tiene tantos detractores?

Mi primera respuesta es que la palabra feminista resultó asociada con mujeres desentendidas de su aspecto, amargadas y que odian a los hombres, con las que muchas no podemos identificarnos. Sin embargo esta imagen es una caricatura que no representa las premisas básicos que ha defendido este movimiento: una igualdad de los derechos de las mujeres con los de los hombres, tan sencillo como eso. Lo dice Wikipedia: “En general, los feminismos realizan una crítica a la desigualdad social de las mujeres frente a los varones, y reclaman la eliminación del sentimiento de inferioridad con respecto al hombre”.

Diversos historiadores están de acuerdo en que el feminismo ha tenido 3 olas, la primera comenzó en el Reino Unido y EEUU en el siglo XIX, y consiguió el voto para las mujeres. La segunda ola, que comenzó en la década de 1960, no se ocupó tanto de inequidades de facto, sino de rebelarse ante las desigualdades de los roles sociales, las mujeres fueron a la universidad, quemaron brassieres, se divorciaron, satanizaron el porno y se fueron a trabajar empantalonadas, pero en cierto momento se pasaron de radicales y he ahí el mal sabor que dejó el feminismo.

Esta segunda ola se acaba en la década de 1980, y la tercera ola aparece a finales de los 90. Cito una de sus frases de batalla “es posible tener un wonder bra y un cerebro, simultáneamente” (Pinkfloor). Esta última ola del feminismo está impulsada por el pensamiento poscolonial y posmoderno y ya no se cree la idea de un universal de mujer, ya no ataca a las Barbies si no que las incluye, y sus militantes volvieron a los tacones y al pintalabios rojo, esas cosas, que en la segunda ola se asociaban a la opresión masculina.

La tercera ola se mueve mucho por internet, por eso a veces se le llama feminismo cybergrrl, o simplemente grrl, lingo cibernético para “great girl” (chica fantástica). Este es un feminismo que no funciona en términos de “ellos y nosotras” y que no trata de ocultar la feminidad. Y feminidad no es cuerpo de guitarra, feminidad es poder escoger honestamente qué tipo de mujer quiere uno ser (incluso es escoger no ser mujer), por eso este es un feminismo que pelea por la reina de belleza con bigote y la bibliotecaria con silicona, siempre y cuando ellas mismas elijan conscientemente su vida y su apariencia.

Tal vez ahora usted se reconoce en uno de estos matices feministas. O tal vez usted me diga que su vida, y el ambiente en que se ha movido, no la ha discriminado en virtud de su género, y que antes que como mujer, usted se reconoce como individuo o como persona, y que frente a eso el feminismo es innecesario. ¡Maravilloso! Un movimiento se prueba exitoso cuando resulta innecesario, cuando sus luchas no hay que lucharlas más y sus objeciones resultan obvias.

Pienso que feministas o no, las mujeres colombianas debemos reconocer a nuestras antecesoras valientes que pusieron el pecho y los pechos a un mundo que no las incluía. Yo me reconozco feminista porque quiero honrar este legado, y porque pienso que este movimiento todavía puede aportar muchísimo a realizar el ideal una sociedad diversa e igualitaria –un oximoron (como libertad y orden), que no por utópico es un despropósito

En Colombia, el feminismo solo es innecesario en unas pequeñas élites. Este país todavía necesita del feminismo porque falta mucho para un respeto real, porque a muchas mujeres les pagan menos, las menosprecian y son violentadas, en virtud de su sexo. Porque algunas de la minoría privilegiada que no tiene esos problemas se piensan mejor que el ama-de-casa-maltratada o la mojigata-recién-preñada, marginándolas en vez de solidarizarse. Colombia necesita un feminismo fuerte que desmienta esa idea de que las mujeres se saltan mutuamente a la yugular y que no caiga en el facilismo enervante de la discriminación positiva. Así podremos pensar en un futuro en el que el feminismo sea realmente innecesario para todos.

Como Bogotá no hay dos

http://www.flickr.com/photos/tijszwinkels

Publicado el 25 de febrero de 2010 en la sección de Opinión de www.elespectador.com

“Como Bogotá no hay dos” me dijo el taxista, un día en que yo me quejaba del tráfico, “en ninguna otra ciudad de Colombia tiene usted las oportunidades que tiene uno aquí”, agregó con resignación. “Como Bogotá no hay dos, pero debería”, pensé yo.

Este país lleva más de dos siglos imbuido en un centralismo recalcitrante. Centralismo que ha llevado a que hoy, la única metrópolis en Colombia sea Bogotá. La brecha entre la capital del país y las capitales de los demás departamentos es abismal, porque este es un país que no cuida sus fronteras. Por eso, lugares como Puerto Carreño, que debería ser un fuerte foco de comercio con Venezuela, es un caserío de tierra roja al que difícilmente se puede llegar por carretera. Y así son todas las fronteras. William Ospina dijo una vez, con crudeza certera que, de no haberse independizado, hoy Panamá seria como el Chocó, Ecuador como el Putumayo, y Venezuela como la Guajira.

Por eso es tan importante la papeleta para la denominada consulta Caribe, con la que se busca la independencia administrativa para proyectos comunes de la región. Aunque es un pañito de agua tibia, pues la medida solo será pedagógica, sin consecuencias jurídicas ni vinculantes, crea un ambiente político para que, tras 18 intentos fallidos, el congreso tramite un proyecto de Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial para reglamentar los artículos 206 y 307 de la constitución que permitirán concretar las regiones “algún día”.

Esta iniciativa es una motivación para el desarrollo regional, que este gobierno ha tenido tan descuidado. El 24 de noviembre de 2007, en Valledupar, en el marco de la 45 Asamblea General de Gobernadores, el presidente dijo sobre el tema de las regiones: “he repetido durante muchos años que la creación de la figura de regiones de la Constitución del 91 no es afortunada, porque implica un andamiaje burocrático y un centro de costos adicionales a los que tenemos”.

Tal vez por eso, el 18 de julio de 2008, el gobierno del presidente Uribe aprobó el documento Compes No. 3536, en el cual se definen las inversiones prioritarias en la fase uno del Programa de Corredores Arteriales Complementarios de Competitividad, es decir las vías adicionales a las de la integración de Colombia a la economía mundial. De una inversión total en vías de más de dos billones de pesos para el periodo 2009-2013, a la costa Caribe le correspondió una suma igual a cero.

“1. La región costeña tiene intereses económicos descuidados por el gobierno central de Bogotá; 2. Para impulsar estos intereses políticos regionales necesitan más autonomía y más representación en el gobierno central; 3. Los habitantes del interior desprecian tanto las costumbres de los costeños como su potencial y lenguaje.” Estos eran los tres puntos principales de la “Agenda para la posteridad”, propuesta por el dirigente liberal cartagenero Juan José Nieto, en la década de 1830.

Las cosas no han cambiando mucho ese entonces hasta hoy, cuando una vez más la iniciativa cobra vigencia con la papeleta por la Región Caribe. Los problemas de la región siguen siendo los mismos de hace 140 años, y se han sumado algunos más como la corrupción, el desplazamiento y el mal manejo de los recursos naturales de una de las regiones más ricas del país. Como resultado el Caribe colombiano está dramáticamente polarizado entre la opulencia y la miseria. Sin embargo, la insistencia por la autonomía de la región es el camino para empezar desarrollar realmente las fronteras colombianas, tradicionalmente abandonadas. El desarrollo regional se traduce en empleo, en una mejor calidad de vida, implica sana competencia y nos obliga a todos a esforzarnos más.

Así, tal vez, un día, haya otra metrópolis además de Bogotá.

jueves, 18 de febrero de 2010

La fotocopia destiñe

Columna publicada el 13 de febrero de 2010 en ElEspectador.com

Como muchos de sus detractores, yo admiro al presiente Uribe. Lo admiro, claro, no por sus ideas sobre cómo gobernar este país sino por su magistral manejo del escenario.

Quedé particularmente anonadada al ver los videos del debate que se dio en la Tadeo el 3 de febrero. Uribe fue interpelado por una mesa de académicos, de mentes agudas y bravas, que no se midieron ni en la fuerza ni en la precisión de sus preguntas: "¿por qué un hombre de su prestigio y de su impresionante credibilidad política [...] aceptó cogobernar como parte de su coalición política con 9 de cada 10 parapolíticos?", preguntó Claudia López; José Fernando Isaza le dijo que "el 58 % de Colombia cree que la oposición no debe tener derechos", y preguntó si en esos casos rige el estado de opinión o el estado de derecho. De todo esto Uribe salió ileso y con aplausos, y sin contestar nada en realidad.

Habló de hechos, aunque no especificó cuáles, se hizo autopropaganda: "se necesitó que llegara este gobierno para que se develaran estos crímenes", "todo es anterior a mi gobierno, mi gobierno no ha sido indulgente con nadie", y coronó con un clásico, el "no se ofusque" pues es muy poco decente que alguien que no sea él se exalte.

El formato de defensa en el debate de Uribe es clarísimo: primero, apelar a la mala educación del oponente, como si los modales tuvieran más importancia que el debate; segundo desviar ese debate con argumentos ad hominem e intercalarse entre el papel de víctima y de salvador, porque claro, antes todo era peor. Eso, salpicado de "cercanía al pueblo" es decir, español chabacán, ha sido la fórmula estrella de este gobierno. Gracias a este formato, casi sin excepción, el atacante se termina defendiendo de Uribe, que se agarra a la palabra como un león.

No es extraño entonces que sus seguidores quieran imitar no solo sus ideas sino también sus estrategias discursivas. Andrés Felipe Arias nos dio esta semana una oportunidad perfecta para evaluar qué tan buen alumno ha sido: se enfrentó a Daniel Coronell en vivo, en la F.M., el 8 de febrero a las 6:06 am.

Dio pesar ver a Arias tratando de defenderse de Coronell. Probablemente no habría aceptado hablar con él de no haber sido por la encerrona de Vicky Dávila. El cuento era que Coronell, en su columna de Semana, acusaba a Arias de triangulaciones y triquiñuelas para financiar su campaña, con documentos de prueba, que pueden verse en la página web de la revista. Arias, como su maestro, decidió no responder directamente a la acusación del periodista y trató de desviar el debate acusando a Coronell de otra vaina, en este caso, de hacer un aporte a la campaña de Noemí en el 2002. Coronell lo negó, Arias dijo que tenía pruebas, y por internet anda rodando un papel en el que Coronell le da $728,037 a la campaña de Noemí, lo que, de ser cierto, no sería un crimen.

Coronell evidenció el truco, le dijo mentiroso, lo interrumpió, hasta logró que Arias especulara que el documento con que acusaba a Coronell podía ser falso. Así como Uribe le dijo a Natalia Springer "no se ofusque, permítame que usté ha hablao.", Arias le dijo a Coronell "calmese hombre que no le queda bien ese despliegue de furia ante los oyentes", y a eso se limitó su defensa porque lo repitió una y otra vez. Como si fuera poco, el debate comenzó con Arias cabizbajo, diciéndole a Dávila que Coronell tiene una ventaja porque "tiene su columna y él la usa" lo que solo puede ser risible en un país donde la pluma nunca ha sido más fuerte que la espada.

El argumento más fuerte de Arias fue tal vez el que afirmaba que todas las acciones de Coronell se debían al "odio que le tenía al presidente" a lo cual Coronell respondió que el interpelado aquí no era Uribe, sino él (Arias) y eso dejó claro que cuando Uribe dice "nosotros", se refiere a él mismo, mientras que cuando Arias dice "nosotros" también se refiere solo a Uribe.

Aquí es cuando uno dice ¡la fotocopia destiñe! Arias, al lado de su maestro, se ve realmente como un pequeño saltamontes, como un insecto brincador, y no entiendo como alguien así quiere darle continuidad a un gobierno cuyo poder reside en el carisma escénico de un presidente. Carisma que Arias no tiene.


La cartelera de los sapos

Columna publicada el 29 de enero en ElEspectador.com

“Hemos tomado una decisión, vincular a través de la Fuerza Pública a mil jóvenes universitarios de Medellín como informantes del Ejército” anunció el miércoles el presidente Uribe. Al parecer la delincuencia de Medellín, en la zona metropolitana, solo puede reducirse con la ayuda de un ejército de sapos.

Los primeros en pronunciarse frente a una medida tan atroz fueron los de la Asociación de Institutores de Antioquia, ADIDA, que agrupa a los docentes del departamento, quienes señalaron que esta medida pone a los estudiantes como blanco de los grupos criminales. Esto último es el problema más inmediato: unos estudiantes que por 100mil pesos van a arriesgar su vida y su buen nombre; como si Uribe pudiera pedir mil estudiantes a cien mil cada uno, y por esa módica suma hacerlos desfilar hacia el matadero, como si fueran ganado.

Según algunos candidatos presidenciales, como Martha Lucía Ramírez, la medida beneficiará a los estudiantes, que por estar sapiando estarán muy ocupados como para consumir drogas, y que por eso, la medida debía extenderse a las comunas, acaso un tris mas salvajes que el área metropolitana, quien quita que bandas de delincuentes y jóvenes sapos se autodestruyan y así el gobierno sale de ese problemita.

Un sapo es una persona que mete la lengua, pega la oreja y manda la mano donde no debe, y es tal vez de lo mas deplorable de la fauna humana. Hay una diferencia muy grande entre denunciar un delito y sapiarlo. Los denunciantes, actúan desde una motivación y una ética propias, su idea de bien es su única motivación, por lo tanto, es una motivación individual. A los sapos en cambio, no puede importarles menos si lo que informan es o no es un delito, lo que les interesa es su beneficio ulterior, esos cien mil pesitos que a duras penas alcanzaran para una rumba y un cuarto de motel, y en el mejor de los casos, para ayudar en la casa, aun cuando conviertan a su familia en blanco de la delincuencia.

Además, una cultura de sapos no es ni segura ni democrática. Genera desconfianza, paranoia, divide, glorifica eso de vender los principios al mejor postor, y el malo no es quien hace algo incorrecto según mis parámetros, sino quien contraviene a quien me paga. Ninguna cultura de sapos ha salido bien parada, invariablemente la gente termina acusando inocentes por los beneficios de la denuncia, pasó en la inquisición, ha pasado en varias dictaduras, y ahora pasará en Colombia, donde ser sapo, en realidad, solo paga para Manolo Cardona.

Infiltrarse es trabajo de los policías, los estudiantes deben estudiar, porque la educación y las oportunidades es lo que acaba con la delincuencia, no los señalamientos. Concentrarse en ser excelentes, en desarrollar un pensamiento crítico y propio, eso es lo que puede mejorar este país a futuro, pero este gobierno no solo no hace de la educación una prioridad sino que además interfiere con su buen desarrollo, porque muchos de esos sapos, no alcanzarán ni a pasar al tablero.



La Trampa es Armando

Columna publicada en la edición de febrero de 2010 de la revista SoHo.

En la azotea de un viejo edificio sobre la 85 queda Armando Records. Se dice que es el mejor bar de Bogotá, el más cool, el más play, el que salió reseñado en una revista neoyorquina por su originalidad, según un mito urbano que corre por ahí. Para ver si tanta maravilla es cierta pasé por allá un sábado por la noche con una amiga, Juanita. En nuestro primer encuentro con los bouncers, tal vez los personajes más memorables del sitio, nos dijeron que no podíamos entrar, que todo estaba reservado. Hicimos caritas, "pero, señor, somos dos niñas". Eso seguido de pucheros, los conmovió y nos dejaron pasar.

A medida que se acercaba la medianoche el sitio empezó a llenarse. La música tiene un volumen decente y se puede hablar, eso es vital porque aquí la gente quiere mostrarse; en el sitio pulula la farsándula publicitaria, que son como los únicos del gremio de carreras creativas que pueden pagar un cover de 15.000 pesos no consumible. Hay que decir que Armando es caro, y es un bar que pide que uno se emborrache, en parte, para que el discurso publicitario coja sentido y los chicos que invitan a tragos parezcan encantadores, y así poder ofrecer una sonrisa sincera al agradecer el refill de whisky.

Los que nos invitaron a tragos se alegran de que todo sea terraza, pues se puede fumar, y se quejan de que no haya datáfono. ¿Y qué es lo malo? Que a la entrada queda La Trampa Vallenata, nos dicen. De salida preguntamos a los bouncers de Armando, nuestros viejos amigos, que ya estaban dejando entrar a gente sin reserva, cuál era el criterio para negar o permitir la entrada. Después de insistir un rato uno confesó el secreto y es que a Armando no entra gente que entre a La Trampa Vallenata. Claro, es que en Armando, como en Bogotá, se está más cerca de las estrellas.

En La Trampa Vallenata, que queda un piso más abajo en el mismo edificio de Armando, no hay cover, y la gente baila pechito con pechito. Parecen felices. Las paredes sudan por el vaho propio de todo sitio de chucu chucu. La mayoría del personal es bien camisiabierto, y también nos invitan a tragos. En realidad nos dan la misma lora que los manes de Armando, con la ventaja de que si aceptas bailar con ellos, se callan.

La Trampa es consecuente y sincera con su propio concepto: un lupanar de vallenato en una calle poblada de menesterosos, ladrones y prostitutas de una ciudad desbaratada y sucia del tercer mundo. Con un bar play en el piso de encima.

Concluyo entonces que el nombre de los chuzos es intercambiable. En La Trampa, casi invariablemente se arma verguero, y Armando es una trampa, en la que cae incauto todo el que quiera inflar pecho, reafirmarse como un clásico de la fauna nocturna bogotana, a cambio de pagar un cover caro que no se justifica con ningún espectáculo más allá de la comedia de jóvenes sibaritas que se sienten en la terraza del mundo cuando bailan lo que estaba de moda hace dos años en Nueva York.armando en cuatro tragos.

Las instalaciones

El sitio es bonito, la terraza es amplia, tiene muchas chimeneas que lo mantienen calientito, acaso demasiado cuando el dancing está en su apogeo. Los baños están limpios y tienen papel, y no hay una señora mirándolo a uno sospechosamente, como en InVitro.

La música

Esta noche el DJ es Armando Gonzales, Armandito digámosle para no confundirnos. Nos contó que la idea de los dueños es que en Armando se ponga rock, en el set de Armandito hay mucho Yeah Yeah Yeas, The Ting Tings, The Killers, MGMT y algunos clásicos de los ochenta. El trago

Pedimos whisky, no había Sello Rojo y nos dieron Something. Al parecer ese es el trago más pedido, o al menos eso dijo la barman. Además del cucaracho, que es un shot de ron, licor de café y brandy, flameados. Un martini vale 16.000 pesos y una cerveza nacional, 7.000.

La gente

Recuerde bañarse y acicalarse. No lleve sombrero vueltiao ni camisa de flores. Cargue tarjetas de presentación, plata y tenga a mano una buena historia de cómo tuvo que decirle a un portero "¿Usted no sabe quién soy yo?" para camuflarse entre la pasarela.

Dirección: Cl. 85 N.O 14- 46, piso 4

Teléfono: 300 552 5430



El me pegó y se sintió como un beso

Columna publicada en la sección de Opinión de El Heraldo el 21 de enero.



El me pegó y se sintió como un beso” dice una famosa canción de 1962 escrita por Carole King y Gerry Goffin e interpretada por The Crystals (He hit me. It felt like a kiss.) “El me pegó pero no me hizo daño, no pudo soportar oírme decir que estaba con alguien nuevo, y cuando lo dije, me pegó y se sintió como un beso, me pegó y supe que me amaba, porque si yo no le importara no lo habría enfurecido, pero me pegó y se sintió como un beso”.

¿Qué lleva a las mujeres a dejarse pegar de un hombre? De entrada, uno diría que por bobas, pero no; hay muchas mujeres, supuestamente astutas, que son maltratadas. ¿Por inseguras?, ¿porque tienen poca educación?, ¿dependencia económica?, ¿emocional?; ¿qué lleva a las mujeres -para que un tipo se quede con ellas- a sentirse tan inferiores a un hombre como para aguantar daños físicos y morales ? Este no es un problema de mujeres poco privilegiadas, pobres, o con familias inestables. Creo que todas las mujeres nos hemos sentido ‘mermadas’ ante un hombre en algún momento. ¿Quién de nosotras, aún la más favorecida, puede decir que nunca, nunca, ha puesto a su pareja por encima de su propio bienestar? ¿Quién puede decir que no ha pasado una ofensa creyéndola una prueba de amor?

Muchas teorías feministas explican por qué los hombres le pegan a las mujeres y no por qué éstas se dejan pegar. La mayoría localiza el problema en la inequidad de género, en un sistema patriarcal y en la idea culturalmente arraigada de que la agresividad y la violencia son propias de lo masculino. Es así como las mujeres confundimos violencia (verbal o física) con virilidad. La sexualidad femenina puede llegar a ser cruel, perversa y masoquista, porque más allá de los traumas individuales, nuestro útero busca al macho Alfa, y nosotras lo confundimos con el que más grita. A todas nos ha pasado, desde la más rebelde hasta la más sumisa.

Casos como los de Alba Inés Reina Soto, Jennifer Paola Arboleda Cortés, Dolfay Rodríguez, Ana Luz Padilla Ponce, Claribeth Bayuelo Varela, Diana Orozco, Delma Goenaga y Clarena Acosta, algunas de las costeñas víctimas de un crimen pasional en los últimos años, me dejan perpleja. No porque me sorprenda que existan mujeres ‘que se dejen’, sino porque reconozco sus sentimientos en mí y en las mujeres a mi alrededor.

“Leela está experimentando la alegría de cualquier mujer: venerar a un idiota despreciable”, dice Bender en Futurama y me doy cuenta de que Leela, y yo, y muchas otras mujeres en el mundo hemos experimentado ese placer enfermo. No se trata de culpar a los hombres, nosotras jugamos con ellos el juego de la sumisión, no se trata de culparnos a nosotras porque tal vez todas las mujeres nos hemos sentido alguna vez inferiores frente a un hombre amado. Tal vez, ser mujer se trata un poco de sentir eso y superarlo. Pero quiero entender por qué lo sentimos. Decir que es problema de unas cuantas es decir que el sida sólo enferma a los homosexuales; es torpe e ingenuo.

Creo que las estadísticas y los perfiles psicológicos no explican el miedo o la reverencia que a veces tenemos frente a los hombres. Y sí queremos que eso mejore debemos empezar a preguntarnos qué es lo que todas tenemos en común que hace que alguna vez hayamos recibido un golpe, y lo hayamos sentido como un beso.