domingo, 28 de junio de 2009

¡Michael Jackson tu papá!

lunes, 22 de junio de 2009

La estocada


Publicado el viernes 19 de junio de 2009 en elespectador.com, y el sábado 20 de junio de 2009 en la sección de Opinión, del periódico El Espectador, edición impresa.


Hay una peñonera en Irán y yo me enteré por Twitter.

Twitter es un servicio gratuito de microblog, que hace las veces de red social y que permite a sus usuarios enviar mensajes por la web o desde un teléfono móvil. Estas actualizaciones se muestran en la página de perfil del usuario, y son también enviadas de forma inmediata a otros usuarios que han elegido la opción de recibirlas. Lo último que imaginaron sus creadores es que sería un medio para la revolución. Cuando más, estaban pensando en hacer plata.

En el peor de los casos Twitter se iba a convertir en el medio para que estudiantes borrachos le terminaran a sus susodichos en no más de 140 caracteres. Nunca se imaginaron que tuviera que ver con el gobierno Iraní. Sin embargo, las redes sociales, con su aplanamiento surreal del mundo, han hecho posible algo tan inverosímil.

Después de la elección en Irán, los gritos de protesta de quienes apoyan al candidato de la oposición Mir-Hossein Mousavi, se oyeron en las calles. Más que en las calles, en un medio que ni siquiera existía la última vez que Irán tuvo una elección: Twitter. Y, ¿Qué hace a Twitter el medio del momento? Es gratis, portátil, muy personal y rapidísimo. También está hecho para difundir noticias rápidamente. Twitter es la sublimación del "¿en qué estás pensando?" de Facebook. Una y otra vez, sus usuarios envían cortos mensajes a todos sus seguidores. El resultado es un flujo de ideas sueltas que van desde lo trivial (se me partió una uña), lo profundo (tengo una encrucijada del alma), lo práctico (nos vemos a las 5) y links, muchos links, de noticias inmediatas y cosas que suceden en la web.

Ustedes me dirán que en la web no suceden cosas y que eso suena como un montón de autistas hablando solos. Lo último es cierto. Los twitteros hablan solos por ahí, como lady Macbeth (lejos de mi esta horrible mancha, habría twitteado ella). Lo primero es cierto. En la web sí suceden cosas, internet es un territorio virtual en donde se arman líos y se tejen relaciones que estiran la mano, desde su virtualidad, hasta la polvorosa vida real.

Pero, se preguntarán, para qué sirve una tecnología que me permite decirle a 50 amigos, a la vez, que voy a desayunar un redbull y un buñuelo. ¿Aburrido? Es más interesante de lo que parece. El escritor Clive Thomson dice que esto es una hiperconciencia del ambiente. Siguiendo estas frasecillas aparentemente insignificantes uno tiene un vistazo de las rutinas del día, de los amigos. ¿Bobo? No, así como no es bobo llamar a los amigos a preguntarles el que andan. De hecho, Twitter tiene la ventaja de que elimina del vocabulario el insoportable "¿Qué máaaaas?"

Twitter permite, opinar, y difundir noticias inmediatamente. Por eso es ideal para mover masas. Imaginen lo que hubiera sido el Bogotazo si hubiera existido Twitter. En junio 13, cuando las protestas por el nombramiento de Ahmadinejad empezaron a dimensionarse, el gobierno iraní trato de callarlas, y Twitter explotó con mensajes de gente que se oponía, en farsi, en ingles, en español, hasta con emoticons.

Aparecieron tweets de este tipo: "a las dos de la mañana llegaron agentes a la casa de mi vecina y se llevaron a su hija", "regimientos Ashora se mueven de Valiasr a la estación nacional de televisión. Allí están ya quienes apoyan a Mousavi. Entre esos, mi padre.", "Hay una muerte en Shiraz. Fuego abierto en otras ciudades."

Las virtudes de Twitter son sus mismas debilidades. No podemos comprobar las fuentes de toda esta información, no se sabe quién escribe. El sentido común impide que Twitter se convierta en una herramienta para la anarquía porque se necesitan dos dedos de frente para saber que Twitter no es información para tomar tan en serio. Pero, ¿a quién le importa si es verdad? Su honesto desafío a la certeza es algo que no tienen otros medios "más respetables". Twitter no comenzó la protesta en Irán, pero fue leña para el fuego.

Yo no soy ninguna experta en los problemas políticos iraníes, pero me enteré por Twitter, y eso me obligó a prender la tele y ver esas manos catapultando escombros. Ahora resulta que Irán me interesa, porque, aunque no sé quién tiene razón, siento mucha curiosidad por la protesta. Twitter magnifica las repercusiones políticas de las protestas y eso es bueno porque dificulta el accionar de los gobiernos totalitarios, que gobiernan por la fuerza, y controlando el consenso de la opinión y los medios. La tiranía, en otras palabras, es un monologo, y Twitter, con su esquizofrenia de voces, lo ha herido de muerte.

Diatriba contra un hombre con caspa

Publicado en la Revista Soho, edición de junio de 2009.

¿Qué es lo que más asco le puede producir a una mujer de todas nuestras cochinadas? Para Catalina Ruiz-Navarro, la columnista de El Espectador, la respuesta pesa sobre los hombros. Una caspa de diatriba.

No puedo escribir esto sin rascarme compulsivamente la cabeza. Pensar en la caspa me produce paranoia, como si burlarme del problema despertara la justicia divina, y fuera yo a convertirme en una casposa horrible con un cuero cabelludo hojaldrado que arruinaría mis posibilidades de ser feliz.

Y sí, la caspa es como un nevado-obstáculo-infranqueable. Más que asquerosa, la caspa es imperdonable, no hay excusa dermatológica que pueda absolver a un casposo. La caspa es un condimento para el rechazo, una flaqueza en la fibra moral. ¿Por qué? Porque a la gente le da caspa porque quiere. En el siglo XXI la caspa es un problema remediable, a menos que, claro, uno sea un sucio asqueroso, un idealista mamerto, un flojo asocial que deliberadamente no compra champú en su esfuerzo por repeler.

La caspa permea el cerebro y produce casposos ladrones de CD, esos tipos que se van antes de pagar la cuenta, que no devuelven los libros y siempre se les "olvida" comprar condones. Por eso en los comerciales, quien se libra de ella resulta ser un triunfador yuppie que sale a perrear a las discotecas, un casposo por defecto que se ha quitado un peso de los hombros, pero su personalidad carga las escamas.

Un casposo es imperdonable porque confía ciegamente en su belleza interior. La sociedad, más que su desidia, castiga su ingenuidad. Su desafío a las convenciones de la gente nice produce reacciones viscerales. Tal vez por eso, ni los irreverentes héroes de ficción han tenido caspa: ni Jesús, ni Scarlett O'Hara, ni Hannibal Lecter: la caspa no permite el heroísmo, se puede admirar incluso a un personaje sucio e impertinente, como Huck Finn, pero estoy segura de que Tom Sawyer no le habría dirigido la palabra de haber fijado los ojos en un polvillo blanco sobre su hombro.

Dice mi mamá que hay un casposo social que es al que simplemente le cae "nieve en el saco", como el man del bus en el comercial contra la cocaína que ganó tantos premios. Aquí en realidad los casposos son ambos, el periquero y el sucio. Ah, y los publicistas, casposos también por su inteligencia nauseabunda (claro que al menos no son los de la mata que mata).

Un amigo cuenta que su jefe tiene caspa y es bajito. Mi amigo lo mira fijamente desde su estatura y su limpieza, y disfruta la pequeña venganza de ensañarse con las costras que se caen al piso, dejando un rastro de ADN. A veces, dice, quiere matarlo, pero ¿y si una escama delatora quedara en su ropa? Él sabe que la caspa deja rastro, el rastro de la malparidez existencial, del descuido.

Dice María Luisa que la caspa es de puro manteco. Sobre hombreras de paño se ve aún peor. Las dos aseguramos no haberla tenido, ni haber salido con un man que la tuviera. En las familias de bien hay cáncer, hay maricas, hay embarazos adolescentes, pero ¿caspa? Caspa nunca. La caspa es aberración de aberraciones; coprofilia, vaya y venga, pero la caspafilia es inimaginable. La gente funciona con todos sus orificios en las formas más inverosímiles, pero la caspa no tiene fetiche, y menos siendo, como informa Wikipedia, extensiva a la ingle.

Cristina dice que tal vez si le diera caspa a un tipo después de que ella ya lo quiere, y ya lo vio cortarse las uñas de los pies sin salir corriendo, podría soportarlo. Es decir: la caspa es una cosa tan horrible que solo se perdona con amor. Imagínese, no basta el cariño, ni la simpatía, se necesita amor: un conocimiento tan profundo, una familiaridad tan clara, una ceguera tan legendaria; amor es lo único que puede compensar la repulsión que la caspa produce.

Como yo soy más bien "de buenas en el juego", me entra un terror sombrío. Un ejército de casposos me perseguirá en mis pesadillas, una maldición se conjura en este momento, ¡Dios mío! Si me da caspa, no habrá piernas largas que valgan, ni pestañeo posible, y ya mi cabeza pica, ¿es la crema para peinar? No sé. En mi uña aparece una escama blanca, semitransparente: es el fin. ¿Me querrán María Luisa, Cristina y mi mamá mañana? ¿Tendré una vida de escritora miserable que habla desde su ensañamiento contra la sociedad que la rechaza?

No. Por eso se inventaron el champú.

martes, 16 de junio de 2009

Gótico Tropical


Publicado en la Revista Dominical del periódico El Heraldo, 14 de junio de 2009.

“El Caribe es una contradicción. ¿Qué hay más gótico que Salgar? ¡Salgar es un pueblo gótico!”. Esto me dice María Isabel Rueda, sentada en su apartamento en Bogotá. En las paredes se ven algunas de sus obras, otras de amigos suyos, y de resto, blanco. En el cuarto tiene una foto de su gata, “que se murió hace poquito”, me cuenta muy triste, y que era su hija.

Gótico tropical. La afirmación puede parecer desconcertante, pero empieza a tener sentido a medida que uno habla con María Isabel, tal vez una de las artistas jóvenes más brillantes que ha dado la Costa. Sus obras, insospechadamente, resultan de una crudeza Caribe que desconcierta. “Nacer al lado del mar, descalza, ¿en qué medida nos afecta?”, duda cuando le pregunto si se considera una artista costeña. ¿Qué diablos será ser costeña, más aún ser una artista costeña?, me pregunto yo. Ahora mi consulta parece estúpida.

No hay nada en su obra de las frutas, las negras, las faldas, los colores, la ricura, la pereza, la calle, el calor, los abanicos, que se han venido a asociar con el arte costeño, si es que eso existe, gracias a pintores como Obregón, Grau, Rosario Heinz (con los que se han encariñado tanto los hoteles y las brochures turísticos). Su obra es pálida, un poco lánguida, inmóvil, como con una sensación de eternidad que remite a lo europeo. María no es una costeña dorada y voluptuosa, parece, más bien, un muñequito de Tim Burton.

Pero su obra es costeña. O eso al menos es lo que yo siento. Las dos sabemos que vivir al lado del mar sí la ha afectado. Cuando veo su trabajo, de una forma inverosímil, pienso en el mar. “Desde la Costa se ve la vida diferente”, me dice. “Yo he vivido en Bogotá, y no pertenezco al estereotipo del Caribe, pero sí se ve la vida diferente”.

María Isabel ha reflexionado sobre el estereotipo latinoamericano. En Lo uno y lo otro, una serie de fotografías sobre El Che, retrata gente muy variada con la camiseta del revolucionario. Nos pone a pensar sobre Latinoamérica como un producto, como una marca, y dice: “Nos une lo que nos venden.”

El retrato también fue el tema de una de sus obras más conocidas, Vampiros en la Sabana, que son una serie de retratos de personajes góticos (vampiros) encontrados en Bogotá. Los retratos, en blanco y negro, hablan de lo que sería el título de su revista: Gótico Tropical. Los personajes, hieráticos y blancos, aparecen entre la vegetación de la zona tórrida, y bajo el sol brillante de la sabana.

Las fotos sirven como documento, en este caso son documento de los fantasmas. “Es un chiste”, me dice, “no se puede documentar la fantasía. Estas fantasías existen solo porque tenemos el elemento foto. Pero la foto no es un documento, porque involucra la mirada de quien la toma”. Tal vez en realidad nada puede ser un documento, porque los documentos tienen un supuesto objetivo, que no existe, así que nunca se puede escapar a la mirada.

¿De dónde viene la mirada de María Isabel? Ésta es mi teoría: viene del Caribe.

Más allá es su última exposición en la Galería Casas Reigner de Bogotá. Las fotos, tamaño pliego, parecen hacer huecos en las blancas paredes de la galería. Son ventanas por las que entran soledad, y brisa, calientan el cuerpo y hielan el alma.

Es un tema del romanticismo, pero en caliente. María Isabel dice que se acordó de Friederich, un pintor alemán que mostraba los acantilados y las tormentas, con pequeños personajes torturados, cuyo espíritu era el paisaje.

Una de las fotografías de Más allá, captada en el muelle de Puerto.

Aquí los torturados son tranquilos bañistas, como los burgueses felices de los cuadros impresionistas. La luz también es luminosa, como en Monet. Por eso las fotos hablan de ser feliz e insignificante, dulce y trágico a la vez. El paisaje se vuelve retrato, excusa y alegoría.

Sobre esta obra, varios críticos han señalado reflexiones geopolíticas: la frontera azul del Caribe, pensar al país desde sus bordes. María Isabel dice que le parece bien que digan eso, pero que ella no piensa tan conceptualmente, busca crear sensaciones, los sentimientos primero. En Más allá, la artista toma la mirada de voyeur y lo convierte en un espectador de campo abierto, que se esconde bajo el sol, y gracias a su insignificancia frente al paisaje.

Esa vuelta al romanticismo es un desafío a la modernidad. María Isabel dice que el proyecto de la modernidad está caído, y eso es interesante si tomamos en cuenta que ella tiene obras como The End y Mano en el fuego, que son dibujos o animaciones hechas con acrílico negro, y con un estilo entre cómic y neoclásico.

Pero claro, ese neoclasicismo también es un chiste porque sus temas son el amor y la tragedia, la muerte, el desastre. La modernidad caída son las ruinas del Muelle de Puerto Colombia. Son los espacios vacíos. La naturaleza que le ha ganado a la máquina.

“El Carnaval de Barranquilla es gótico”, afirma, “lo de Joselito, las viudas llorando… ¡La Costa es oscura! Uno tiene el estereotipo de lo surfer, ¿quieres torsos desnudos? Mira los flagelantes, tomando ron, con un picó, eso sí que es raro.”

Me dice que no hay nada más gótico que La Guajira. Tiene razón, después de todo, se mete hasta el mar así, como si pelear quisiera, como engreída, como altanera. El adjetivo me resulta extensivo hasta el vallenato.

Tiene sentido que el Caribe sea gótico, la región le baila a la muerte en un largo garabato, y se ríe, pero de su exilio, su olvido y sus tristezas. Barre bajo los párpados, como si fueran una alfombra, lo macabro de las Bananeras, los tugurios con hambre, la soledad escabrosa de saber la inmensidad del mar.

Suena el teléfono y es una amiga con un chisme. Yo tengo que bajar a comprar un CD para que me queme las fotos, y en las escaleras viejas y retorcidas de su edificio, veo cómo se imponen unas baldosas aguamarina. Después de todo mi pregunta tiene sentido.

María Isabel habla de un Caribe cálido que hiede a peste negra. Un Caribe seco y trágico que aparece también en los cuentos de Cepeda Samudio, en los poemas de Gómez Jattin. Es un Caribe medieval, terriblemente real, que se esconde como maleza entre las rendijas de los colores y la algarabía. Un Caribe gótico y tropical.

www.flickr.com/photos/mariaisabelrueda/


El mejor desinfectante


Publicado el 5 de junio de 2009 en elespectador.com


Los más de 100 millones de usuarios de Facebook corren el riesgo de estar siendo espiados o estudiados.
A la hora de crear un perfil pueden agregar, bajo su responsabilidad, información personal detallada, desde un currículum vitae hasta sus hábitos alimenticios. El portal puede ser utilizado como una herramienta de segmentación para eficaces campañas de marketing e incluso para tesis académicas. ¿Y qué?
La baronesa Susan Greenfield, en una intervención que hizo en el parlamento inglés el 12 de febrero de este año, sugirió que las comunidades virtuales podían afectar los sistemas básicos del cerebro para producir experiencias placenteras. La hipótesis de la baronesa es que esto llevará a las mentes de mediados del siglo XXI a infantilizarse, tener cortos periodos de atención, propensión al sensacionalismo, inhabilidad para empatizar y un sentido difuso de la realidad. De nuevo, ¿y qué?
Quejarse no puede echar el tiempo atrás ni frenar el auge de las comunidades virtuales. Son cambios en nuestras interacciones sociales a los que tenemos que adaptarnos antes que renegar. Conozco algunos pocos que no están en Facebook, unos por rebeldes, otros por conservadores, otros por convencidos de que es una conspiración, en fin. El único resultado de tanta prevención es que los excluyan de eventos sociales, conversaciones, y que el resto de la gente tuerza los ojos cada vez que tenga que hacer el esfuerzo de mandarle un e-email, a su correo electrónico y no a Facebook.
Es cierto que a los usuarios pueden espiarnos y estudiarnos, y que tanto quizzecito tonto nos hace perder el tiempo. Pero unas por otras. Facebook es una vitrina en la que uno se muestra, puede semejar las vitrinas de Amsterdam, o tener un vidrio mohoso, según queramos. Que subieron una foto suya que no le gustó, destaggéese, es fácil. Que se emborrachó y la foto la va a ver su jefe, pues, quien lo manda a emborracharse, o a tener un jefe mojigato. Ser mosquita muerta es de mal gusto. Si usted es un beodo, tal vez ese puesto de prefecto de disciplina no sea idóneo para usted.
Yo no sé por qué la vida privada debe ser tan privada. Si no quieres que se sepa, no lo hagas. El ojo público es el mejor regulador social. Si la gente minimizara sus secretos el DAS no tendría tantos problemas. Si usted cree que algo que va a hacer será reprobado socialmente, no lo haga, o al menos no lo haga en público, y ojo, que hacerlo frente a una cámara, hoy por hoy, es hacerlo público. Facebook, además de boletiarnos, funciona muy bien para hacer contactos, facilita las interacciones sociales para los tímidos, los flojos y los ocupados. Y si su preocupación es que sus datos estén en internet, no se preocupe, porque ahí están hace rato.
En 1954 apareció el libro Seducción del inocente, del psiquiatra Fredric Wertham. El libro alertaba contra los efectos negativos de los medios masivos de acogida popular, en su momento, los comics. Estas preocupaciones no se han disipado desde entonces, de satanizar el comic, se pasó a la televisión, a la música rock a los videojuegos y así.
Cuando se inventó la lectura, esta afectó cómo pensábamos, y nuestras expresiones visuales, y eso no fue necesariamente virulento. Efectivamente hay relación entre el uso excesivo de internet y los desordenes de atención, ansiedad social y depresión, pero también hay resultados sorprendentemente positivos. Gary Small estudió en la Universidad de California, en los Ángeles, cómo respondía el cerebro a los estímulos de un buscador de internet. Se compararon cerebros cibernautas asiduos con otros que apenas navegaban. Descubrieron que los tecnócratas usan, al tiempo, más zonas del cerebro, no sólo la parte visual y de lenguaje, sino también regiones frontales que se ocupan de la toma de decisiones y la memoria a corto plazo.
Nuestros cerebros, nuestra manera de interactuar socialmente y comunicarnos están cambiando aceleradamente. ¿Y qué? Nos estamos adaptando a un nuevo medio, que requiere otras habilidades y que tiene diferentes prioridades. Los cambios nos son buenos o malos, son sólo cambios. El miedo masivo a la globalización y democratización de la información no va a hacer que éstas se detengan. Tal vez en el futuro, eso de que los trapos sucios se lavan en casa, será simplemente una elegía a la doble moral. Facebook invade nuestra privacidad, pero nos obliga a lavar los trapos sucios afuera, y eso es fantástico, después de todo, el sol es el mejor desinfectante.

viernes, 12 de junio de 2009

I love pink!



Dos poemas que me gustan de Sylvia Plath y un cuadro de Cecily Brown, Justify my love.


Mad Girl's Love Song

I shut my eyes and all the world drops dead;
I lift my lids and all is born again.
(I think I made you up inside my head.)

The stars go waltzing out in blue and red,
And arbitrary blackness gallops in:
I shut my eyes and all the world drops dead.

I dreamed that you bewitched me into bed
And sung me moon-struck, kissed me quite insane.
(I think I made you up inside my head.)

God topples from the sky, hell's fires fade:
Exit seraphim and Satan's men:
I shut my eyes and all the world drops dead.

I fancied you'd return the way you said,
But I grow old and I forget your name.
(I think I made you up inside my head.)

I should have loved a thunderbird instead;
At least when spring comes they roar back again.
I shut my eyes and all the world drops dead.
(I think I made you up inside my head.)


Female Author

All day she plays at chess with the bones of the world:
Favored (while suddenly the rains begin
Beyond the window) she lies on cushions curled
And nibbles an occasional bonbon of sin.

Prim, pink-breasted, femenine, she nurses
Chocolate fancies in rose-papered rooms
Where polished highboys whisper creaking curses
And hothouse roses shed inmortal blooms.

The garnets on ther fingers twinkle quick
And blood reflects across the manuscript;
She muses on the odor, sweet and sick,
Of festering gardenias in a crypt,

And lost in subtle metaphor, retreats
From gray child faces crying in the streets.

lunes, 8 de junio de 2009

El Santo Cachón


Publicado en http://www.plandenoche.com/ el 8 de junio de 2009.

La fama de Agua Helada llegó hasta Bogotá. Niiiiña si parece Europa! Nuevayor! A mí la curiosidad me pica y le digo a Carlosmanuel, un amigo medioexiliado en La Samaria, que vayamos y chismosiemos la nueva discoteca a donde todoelmundo va. Nos costó trabajo encontrar la entrada, hasta que ingresamos extrañados al centro comercial. Junto a la taquilla, un grupo de chicas entaconadas y vestidas de colores, pasan el peso de su cadera de una pierna a la otra y hacen pucheros a sus chicos respectivos. Otras, un poco más ariscas, van entrado con un solo man, bien, pelo-en-pecho, que les quería pagar el cover, y mientras se cierra el ascensor alcanzamos a oír un –¡Machista! ¿Tu no respetas?-.
El ascensor se abre frente a dos niñas que bailan, de espaldas a nosotros y hacia la baranda que da al interior del lugar. El pelo castaño les llega rectecito hasta mitad de la espalda. Entramos. Hay telas blancas en el techo, palmeras, luces azules, y al fondo, unas cortinas de huérfana garciamarquiana. Eran las cinco e la mañana. Un seminarista un obrero. Con mil papeles de solvencia. Que no le dan pa ser sincero. Y nos abrimos paso al fondo donde parece que está la barra, pedimos una media de ron que vale 60 (con las seiscientasmilbarras que cuesta la botella de whisky saco visa para un sueño- digo, y Carlosmanuel se ríe aliviado porque, a fin de cuentas, el que paga es él).
Junto a la barra hay una pareja. Ellos le invirtieron al José Cuervo. La chica balancea su tacon de puntilla en la barandita de la silla, que también es larga y plateada. Tiene puesto un shortcito blanco, y un topcito morado (los diminutivos implican la talla s). La piel, anaranjado brillante, hace ver un poco más pálido su pelo liso. Paleta de colores Paris Hilton con carnes de barranquillera. El man también es un clásico. Camisa blanca remangada en los codos, reloj metemonos, jeans, contextura mediana, pelo castaño corto.
Se bailan un merengue amacizado junto a nosotros, que nos intimidamos y salimos a la terraza a fumar. Afuera el viento mueve el pelo de varias mamacitas indiscutibles, parecidas, e indistintas, como sacadas de video de Htv. Nos sentamos en unas camas blancas de plástico que hacen las veces de sofá y Carlosmanuel fuma y dice –Nojoda En Cuerpo Ajeno era excelente, soft porn horario triple A. Salvador Cerinza y el sobrevalorado Danilo Santos.- Armando el siniestro, Generoso el Guajiro-, digo yo. Mejor dicho, como si la generosidad del man fuera TAL, que antecede al epíteto.- Dice. Igual es puro nombre alegórico de novela, como las malas que se llaman Bárbara.
Youtube hace que se disminuyan mis preocupaciones por el alzheimer.
Desde el borde de la terraza vemos salir a la mona del shorticito blanco. Manotea aspavientosa con otro tipo distinto al que estaba con ella antes. Se ve más o menos lo mismo pero éste es de camisa gris y más flaco. El hombre señala a “el primo”, que estaba allá, junto a nosotros, asomado, con su camisa blanca arremangada y una copita sin tequila en la mano, mirando la pareja. Tristemente, él voltea la cabeza y se va.

sábado, 6 de junio de 2009

Los brutos somos nosotros

Publicado el 22 de mayo de 2009, en la sección de Opinión de ElEspectador.com

Los uribistas son brutos, dice el columnista Daniel Pacheco. Es la única forma de explicarse el hecho de que Uribe sea el más popular en las encuestas:

la estupidez de sus seguidos, que no escuchan a los que nos quejamos del presidente en el periódico, respaldando nuestras críticas con algún título universitario que acredita nuestra inteligencia. ¿No se supone que los bondadosos intelectuales de izquierda nos creen a todos iguales? ¿A cuenta de qué aparecen estas divisiones tan simplistas?

Estas divisiones no tienen lugar si pensamos que en realidad todos somos gente que vota, o no vota, por Uribe, según unos intereses particulares que nada tienen que ver con una afiliación ideológica real. La idea de una masa bovina es anticuada. Más que eso, es una idea de los Nazis: en el 45 dijo Gobbels, Ministro de Instrucción para el Público y Propaganda Nazi que "No hay necesidad de dialogar con las masas, los slogans son mucho más efectivos. Éstos actúan en las personas como lo hace el alcohol. La muchedumbre no reacciona como lo haría un hombre, sino como una mujer, sentimental en vez de inteligente.
La propaganda es un arte, difícil pero noble, que requiere de genialidad para llevarla a cabo. Los propagandistas más exitosos de la historia han sido Cristo, Mahoma y Buda". Es cierto que nuestros argumentos racionales han fallado, más aún enfrentados a la especie de sub-mesías que es Uribe, pero ¿por eso debemos considerar a quienes lo apoyan como una muchedumbre incapaz de razonar? Si la inteligencia es la capacidad que tenemos para resolver problemas los brutos somos aquellos que nos oponemos al presidente, con una arrogancia intelectualista que claramente, no ha ayudado a mermar su popularidad.

Yo tengo amigos uribistas y sé que no son ingenuos. Más que ingenuos, lo que son es cómodos, y el beneficio personal, pragmático, es una razón válida para votar por alguien. Si yo pretendo convencerlos de que decidan en contra de lo que a ellos les resulta beneficioso, pierdo mi tiempo. Se necesita más que eso. A los detractores del presidente nos pareció que nuestros argumentos serían escuchados por el sólo y único mérito de nuestra razón, como si tener la razón fuera la gran vaina en un país en el que la gente vive al día. Pensamos que la clase dirigente colombiana dejaría de lado favores individuales por el bien común, que parece difuso, más aún cuando esta clase piensa que si a ellos les va bien, generan trabajo, y esto beneficia a todo el país -y a todos esos jóvenes de bajos recursos que sueñan con ser caddys-. A fin de cuentas, caddy o mesero, trabajo es trabajo.

Nada más bruto que llamar al 71% de la población bruta. Aún más porque no van a darse por aludidos, los uribistas, en su mayoría, creen en sus razones para apoyar al presidente. Explicar ese 71% como una masa ignorante, es la mejor manera de perderlos como votantes. Simplificamos sus razones y en esa reducción hay un juicio moral implícito, que tampoco sirve para nada, porque no se trata de juzgarlos, se trata de entenderlos, y a partir de eso proponer algo que resulte atractivo para ellos.

Los brutos somos los que hemos atacado con argumentos algo tan emocional como la política. Los brutos somos los que no hemos sabido dar opciones reales y convincentes para un sucesor a la presidencia. Brutos porque no entendemos que una opción real y convincente no es un mamerto inteligente y comprometido, es un líder carismático que no intimide a la “masa bruta” con su grandes palabras, sino que la inspire y le de confianza, que ofrezca soluciones, y no juicios morales.