domingo, 27 de diciembre de 2009

El último sabelotodo

Columna publicada en El Heraldo, Revista Dominical, el 20 de diciembre de 2009.



“José Arcadio Buendía, cuya desaforada imaginación iba siempre más lejos que el ingenio de la naturaleza, y aun más allá del milagro y la magia, pensó que era posible servirse de aquella invención inútil para desentrañar el oro de la tierra“.

Así nos presenta García Márquez al patriarca de su mito fundacional. Las páginas siguientes nos cuentan como José Arcadio estaba interesado en Todo: en la alquimia, las lupas, los imanes, y el descubrimiento de que la tierra era redonda.

Ese era el héroe de la modernidad, el polímata, el hombre que, fascinado con el conocimiento, quería condensarlo todo en su cabeza.

La Costa Caribe colombiana tiene grandes ejemplos de hombres que eran sabelotodos; enciclopedias ambulantes como no se verán nunca jamás. Hombres como Alberto Assa, educador, traductor, humanista (que es otra palabra para todero), dominaba el alemán, el español, catalán, inglés, flamenco, ladino y francés. Fundó el Instituto de Lenguas Modernas, la Escuela Superior de Idiomas, la Universidad Pedagógica del Caribe, el Instituto Pestalozzi, la Facultad de Educación de la Universidad del Atlántico, y donó su cadáver para las prácticas de los estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad Libre de Barranquilla. Assa dedico su vida a fomentar la educación en Barranquilla, pero ninguno de sus pupilos llegó a saber tanto como él o como alguno de los sabios de principios de siglo de la ciudad.

Entre otros muchos polímatas locales están Julio Enrique Blanco, uno de los iniciadores de la filosofía moderna en Colombia, José Felix Fuenmayor, periodista, político y escritor, al igual que Karl Parrish, Ramón Vinyes, Carlos Flórez y Amiro Támara Merlano.

El lector coincidirá conmigo en que estos eran hombres de otra época. Dudo mucho que alguien de mi generación pueda alcanzar un rango tan variado de conocimiento. Los polímatas han muerto. Fueron un invento de la época moderna. Eso de que la juventud de hoy no lee ni se concentra no es un mito. Ante la multitud de estímulos de la vida de hoy un conocimiento profundizado solo puede darse, si acaso, en una sola área.

En el Renacimiento había hombres como Leonardo da Vinci, quien incursionó en una diversidad de campos que iban desde el arte hasta la física. Con el paso de los años los polímatas han ido delimitando sus campos de acción e interés, pues la humanidad ha acumulado tantos conocimientos, de una profundidad tan aguda, que difícilmente se puede innovar en un área específica, mucho menos en varias.

En el Renacimiento estaba todo por saberse, y, además, hay que decirlo, Leonardo no tenía televisión. Hoy en día nadie puede ser un polímata porque los campos de conocimiento se han especializado tanto que si la empresa por saberlo todo era una quimera en la modernidad, hoy en día es un craso imposible.

No estoy diciendo que todo tiempo pasado fue mejor. Todo tiempo pasado fue diferente. Que hoy en día nadie pueda reunir tal cantidad de conocimiento en un mismo cerebro no quiere decir que la educación haya desmejorado, lo que muestra es que el conocimiento tambiénpuede ser almacenado en una enciclopedia externa a nosotros, infinita y casi omnipresente: Wikipedia. Esto quiere decir que hoy en día podemos saberlo todo, pero porque cada uno sabe una pequeña parte y casi todos estamos interconectados. El conocimiento de hoy es un conocimiento de referencia que resulta de fácil acceso para todos.

CONOCE TUS MASAS. En su libro del 2004, Sabiduría de las Multitudes: cómo los muchos son más inteligentes que los pocos y cómo la sabiduría colectiva forma empresas, economías sociedades y naciones, James Surowiecky habla de cómo las decisiones grupales son mejores que las individuales. Cuenta una anécdota en la que Francis Galton, polímata inglés (era antropólogo, explorador tropical, geógrafo, inventor, meteorólogo, proto-genetista, y tenía amplios conocimientos en psicometría y estadística), se sorprende cuando el público.

en una feria rural logra adivinar el peso exacto de un buey cuando se promedian todas las aproximaciones individuales. La anécdota muestra cómo ni la predicción más educada de un individuo resulta menos acertada que la que viene de la sabiduría de masas.

La dispersión del conocimiento en el mundo contemporáneo puede obligarnos, cada vez más, a tener que tomar decisiones colectivas. En última instancia, la muerte de los polímatas puede ser buena en la medida en que significa que el conocimiento está más ampliamente distribuido y, según Surowiecki, esto permite tomar mejores decisiones.

HAY UN PERO. No todas las multitudes son aptas para tomar buenas decisiones. Surowiecki dice que una multitud sabia necesita: Diversidad de opinión para poder encontrar varios puntos de vista y generar un proceso dialéctico que permita llegar a un consenso.

Si todos piensan igual, sus ideas se vuelven estáticas mientras el mundo cambia constantemente, y una idea que ya no se relaciona con su entorno se vuelve obsoleta. Las multitudes sabias también necesitan Independencia, esto, en términos de Kant, es la “mayoría de edad”, es decir, servirse del entendimiento propio sin la guía de otro. También necesitan Descentralización: el traspaso del poder y toma de decisión hacia núcleos periféricos de una comunidad; e Inclusión: lo que impide que solo una pequeña oligarquía tome las decisiones.

Precisamente porque venimos de un mundo de polímatas los ámbitos de toma de decisiones suelen ser grupos pequeños y cerrados de poder que ignoran a las multitudes, porque ellas caen ante el ¡opio!, o cualquier placebo que les permita no informarse y participar en su futuro.

Después de todo es cierto que en Colombia no cumplimos las condiciones de una ‘multitud sabia’. Nuestras masas se caracterizan por su homogeneidad, su respuesta favorable a la centralización, su ‘minoría de edad’ y emocionalidad.
Ante este tipo de multitudes parece apenas razonable que algún polímata asuma labores de mesías, de líder, de patriarca, como Aureliano Buendía en Macondo. Pero ya no son los tiempos de Aureliano y los polímatas no existen. Hoy en día no se trata de acumular conocimiento sino de tener acceso ilimitado a él, y saberlo manejar.

Existen facilidades para tener una multitud ilustrada, el conocimiento por Internet es de libre acceso, y se podría pensar en inculcar a las generaciones venideras valores como la curiosidad, la iniciativa, y el pensamiento independiente (valores de polímata). Entonces no necesitaremos un gran y único líder del rebaño, un gran salvador, un patriarca, un patrón. Nuestra independencia está al alcance de nuestras manos, es solamente tomar la decisión de convertirnos en una multitud sabia, que aproveche la dispersión del conocimiento para unir fuerzas y ser, en conjunto, una comunidad más justa y más innovadora que el mayor sabelotodo del mundo

8 comentarios:

César Castro dijo...

Estoy de acuerdo con tú artículo, pero hay algo que creo distinto. No han muerto, sólo han evolucionado. Antes en su cabeza mantenían todo el conocimiento a mano, ahora solo la comprensión de la información es la que se mantiene a mano. No es que no puedan hacer descubrimientos en varias áreas, sucede que las áreas en esa generación de conocimiento también han evolucionado, y ya no son conocimientos exclusivos de química, biología o botánica, sino que para avanzar un paso en un área, es necesario entender diez en otra y así sucesivamente.

Berubara dijo...

"Nuestra independencia está al alcance de nuestras manos, es solamente tomar la decisión de convertirnos en una multitud sabia"... eso quiere decir que los idiotas no existen, y que como dijo Descartes "la inteligencia es una de las cosas mejor repartidas en el mundo"?

Lanark dijo...

Buen artículo. No sabía que la costa había dado tantos sabelotodos, pero tampoco me extraña mucho.

En general estoy de acuerdo, pero creo que la exactitud de una opinión promedio no es un argumento en favor de la dialéctica. Precisamente porque el promedio es algo muy parecido a un consenso, y en el tiempo tiende a un equilibrio, es decir, a "ideas estáticas". Si a uno le gusta el juego dinámico de la discusión, hay que evitar tanto los consensos como los promedios.

© LABANG dijo...

Si en Colombia, tenemos en cuenta el promedio de la opinión del colombiano común y corriente (que comparte opinión con "Julito", posee el caracter tibio-activista de "Pirry", o cree que el acceso a Dios se logra por medio de los sermones del "Padre Chucho" o se viste como lo recomienda "Estilo RCN", etc...) nos dará un resultado que afirma que en Colombia el sistema impreante es la Democracia más no la Oclocracia... Si promediamos la opinión de las masas obtendremos más masa...y toda masa, es homogenea...

Ing. Barnier dijo...

Me ha gustado mucho ese concepto de la mayoría de edad a partir del ejercicio del conocimiento. La sigo en El Espectador y la disfruto. Gracias por sus letras.

judijasa dijo...

Que buen post. Otro tema interesante y muy relacionado es el anacronismo que aún persiste en nuestros paradigmas morales. El ideal renacentista no solo comprometía un holismo intelectual pero también moral. La creciente especialización de la sociedad deconstruye ese sujeto moral integral. Este proceso se presenta como una forma de alienación para el pensamiento tradicional. Un epítome de esto son las expectativas morales que los ciudadanos tienen del candidato presidencial ideal. Esperan de él una forma de integridad moral que garantice la integridad moral del estado; no comprenden que esto es una ficción pues el individuo ésta limitado cognitiva y socialmente. Les cuesta trabajo entender la noción republicana de la división de funciones (morales) del estado, concebida precisamente para superar dichas limitaciones.

Anónimo dijo...

Algunos colombianos se la dan sabelotodo. Soy expertos en algo pero no lo son. Fíjese en algunos periodistas que hablan de historia, son expertos en historia de Colombia, regional, mundial. Otros se las dan de mucho cuando hablan sobre historia de la iglesia católica, o hablan mal de los judíos, el Islam. Hay que aprender a leer, nosotros no sabemos ni leer ni escribir.

"El que dice saber de todo no sabe nada".

perrofantasmaestepario dijo...

Estoy de acuerdo. Muchas de nuestros gimnasios (de la mente) nos proporcionan un escenario en donde se profundiza en un oceano de conocimiento a 1 centímetro de profundidad (estoy parafraseando a un periodista-político de cuyo nombre no quiero acordarme). La mente lo aguanta todo y sin embargo muchos la usamos solamente para calzarnos la chapela.