Publicado la Revista Dominical de EL HERALDO el 19 de octubre de 2008.
Durante los 90 minutos del último debate para la Presidencia de los Estados Unidos, ambos candidatos le hablaron directamente al nuevo modelo de la clase trabajadora norteamericana: Joe the plumber (José el plomero).
Todo porque durante el fin de semana el senador Obama recibió una pregunta de Joe Wurzelbacher, plomero de 43 años, blanco y cabecirrapado, preocupado por los impuestos. A Joe le convino más la solución propuesta por McCain y por eso este último lo sacó a relucir en el debate que tuvo un giro inesperado, dejando a Joe como único interlocutor en representación de toda la clase trabajadora gringa, el americano promedio, como lo llaman.
Lo más interesante del asunto es que Joe ni es plomero ni se llama José. Parece que trabaja sin licencia, que se llama, de hecho, Samuel Joseph, y que no está registrado para votar porque repetidamente se escribe mal su apellido.
Es interesante porque eso en realidad no importa, el público entendió a quién se referían los candidatos sin tener que conocer los pormenores de la vida del señor Wurzelbacher, y esta elección, como todas las elecciones, está orientada a ganar el voto del ciudadano que caricaturiza el imaginario nacional. Joe se ha convertido en el ícono americano.
Aunque Joe the plumber sea un estereotipo que no tiene realidad práctica, el público norteamericano alcanza a identificarse con él porque tiene conciencia de un país que ha sido construido a pulso por una clase trabajadora.
Por eso las políticas estadounidenses, buenas o malas, están fuertemente comprometidas para que la clase media tenga una sensación de bienestar, y dan una gran prioridad a los derechos de los trabajadores. Incluso cuando la política favorece al magnate capitalista y no al pequeño empresario, lo hace pensando que ese es el sueño americano: comenzar de la nada y escalar hasta el último piso de un edificio.
Joe the plumber nos habla de cómo se toman las decisiones políticas en Estados Unidos porque encarna el mito nacional. Su aparición en debate simplemente ha puesto sobre el tapete cómo el imaginario del ciudadano promedio que se tiene en un país puede cambiar la opinión del electorado.
Esto lleva a preguntarnos ¿Quién será el colombiano promedio? ¿Juan Valdez? ¿Joselito Carnaval? ¿Jaison el mototaxista? Aunque resulta difícil encarnar el electorado colombiano en un individuo, sabemos más o menos que nuestro mito nacional (ver Colombia es Pasión) es un joven creativo y emprendedor que se destaca en campos individuales.
El mito nacional no está hecho del ciudadano regular, está hecho a partir de los ciudadanos extraordinarios, preferiblemente que triunfan en el exterior y llevan la imagen positiva del país por el mundo.
Joe the plumber, por contraste, nos muestra que no tenemos un colectivo homogéneo. El colombiano no se identifica con el promedio sino con la excepción.
¿Es porque hay mucho colombiano excepcional o porque no hay un ordinario que nos reúna a todos? Nos gustaría pensar que la primera, pero sabemos que también es la segunda.
En Estados Unidos no importó que Joe de plumber no existiera, porque lo que significa es más fuerte que él. En cambio, en Colombia, si la Selección no clasifica al mundial, si Juanes se queda ronco, o Shakira se parte un pie, el orgullo nacional se desportilla. Así vamos, de desilusión en desilusión.
No podemos poner toda la identidad colombiana, el orgullo nacional y la esperanza en un individuo porque los individuos fallan. Necesitamos un colectivo flexible y diverso, sí, pero ante todo colectivo, para que el mito nacional lo encarnemos todos y no unos pocos elegidos.
Necesitamos tenerle un granito de fe a Jaison el mototaxista, Lucho el tendero, y Natalia la nuevarrica, y pensar en Colombia con orgullo, no por los cuatro gatos que triunfaron en el exterior, sino por los hombres y mujeres de muchas caras, razas, y tendencias, que construyen el país todos los días.
domingo, 19 de octubre de 2008
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1 comentario:
Es cierto lo que dices. Nos hace falta un imaginario, en vez de 1 ídolo. Y lo peor es que nos hace falta en cuanto a política e ideas. No tanto en cuanto a modelos económicos, que todos tenemos en la cabeza bien metido aquello del "progrese, mijo, eche para adelante", en una mezcla de narcotraficante, paisa y gringo... Pero en política, en ideas, paila, pailita, pailísima...
Me gustó tu análisis. Muy serio, dándole una oportunidad a otros que uno a veces desprecia: "el mototaxista", "la nueva rica".... aunque no los tenga yo como referentes, es cierto que justamente nos hace falta definirnos como país.
Saludos y para adelante.
www.federicoruiz.com
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