jueves, 15 de mayo de 2008

Yo no creo en las brujas

Últimamente resulta más y más común que la gente acuda a homeópatas para solucionar sus problemas físicos y mentales, y muchos dicen que les funciona, sobre todo después de quejarse de las demoradas filas de la EPS, el trato impersonal del médico y la falta de resultados.

En el 2005 la prestigiosa revista científica Lancet publicó un artículo diciendo que los efectos de la homeopatía no superaban a los del placebo. A falta de pruebas fehacientes los científicos se inclinaron por creer que la efectividad de la homeopatía se debía al buen trato del médico al paciente. Cuando la BBC hizo un reporte sobre esta investigación en agosto del mismo año, el foro de internet se llenó de defensores de la medicina alternativa que daban ejemplos puntuales de cómo los había curado. De hecho, un médico de Venezuela, el doctor Henry Pasos, contó como habían notado una gran mejoría en los pacientes de su centro al usar lo que él llama ‘medicina complementaria’, en la que se incorpora la homeopatía con la medicina tradicional. Los experimentos no habrán probado la efectividad de la homeopatía pero esta disciplina parece ganar cada vez más adeptos. ¿Por qué?

Los resultados de la investigación y de la práctica homeopáticas se publican en revistas específicas o de medicina alternativa, como Homeopathy, rara vez en publicaciones médicas o científicas generales. La teoría de la homeopatía sostiene que los mismos síntomas que provoca una sustancia tóxica en una persona sana pueden ser curados por un remedio preparado con la misma sustancia tóxica, siguiendo el principio enunciado como similia similibus curantur (‘lo similar se cura con lo similar’). El concepto homeopático de enfermedad difiere del de la medicina convencional: considera que la raíz del mal es espiritual en vez de física, y que el malestar se manifiesta primero con síntomas emocionales (como ansiedad y aversiones), pasando a ser, si no se tratan a tiempo, síntomas mentales, conductuales y por último físicos.

Ir a un homeópata toma más o menos hora y media en la primera cita. Después de preguntas preliminares, una historia clínica clásica- ¿diabetes en la familia? ¿peso? ¿edad?- empiezan a aparecer preguntas sobre cuándo aparece el dolor, qué conexión hay con el entorno, ¿duele la cabeza en la frente, en el costado, por la noche, los fines de semana? Toda una serie de preguntas sobre la contingencia que parece que los científicos de la Universidad de Berna, donde se realizó el estudio, pasaron por alto.

A falta de éxito en estos experimentos regulados sólo queda pensar que la gente que defiende la homeopatía sufre de un delirio parecido al de la religión o de la fe en el yerbatero. Las goticas de esencias florales semejan las pócimas de las brujas que claro, no existieron, a pesar de que mataran a tantas. Si creer en estas cosas parece irracional, lo racional parece reduccionista porque pone a nuestro cuerpo al mismo nivel de una máquina, y bueno, aún los mecánicos le hablan a los carros.

¿Por qué afirma la gente que sí se cura? ¿Porque hubo un efecto placebo? ¿En tal caso, qué tanto importa si el método es un placebo si al final el resultado fue positivo? Cabría también la posibilidad de que esos 80 minutos extra de consulta tengan un efecto psicológico positivo en el paciente o le permitan al médico un mejor diagnostico. Finalmente podríamos pensar que la homeopatía sí funciona.

Disney y Mc Donalds le dicen a los niños que hay que creer en la magia para que realmente exista. Esto básicamente invierte la premisa del positivismo que es que para creer en algo tiene que existir de verdad. Igual, a pesar de esta premisa positivista y el horror que puedan producir estas empresas insignia gringas, parece que hay gente por ahí resolviendo sus problemas con goticas, y bueno, no es la primera vez, la historia de la medicina está plagada de curas ‘alternativas’, uno no las cree, pero de que las hay las hay.

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