lunes, 24 de mayo de 2010

Como Bogotá no hay dos

http://www.flickr.com/photos/tijszwinkels

Publicado el 25 de febrero de 2010 en la sección de Opinión de www.elespectador.com

“Como Bogotá no hay dos” me dijo el taxista, un día en que yo me quejaba del tráfico, “en ninguna otra ciudad de Colombia tiene usted las oportunidades que tiene uno aquí”, agregó con resignación. “Como Bogotá no hay dos, pero debería”, pensé yo.

Este país lleva más de dos siglos imbuido en un centralismo recalcitrante. Centralismo que ha llevado a que hoy, la única metrópolis en Colombia sea Bogotá. La brecha entre la capital del país y las capitales de los demás departamentos es abismal, porque este es un país que no cuida sus fronteras. Por eso, lugares como Puerto Carreño, que debería ser un fuerte foco de comercio con Venezuela, es un caserío de tierra roja al que difícilmente se puede llegar por carretera. Y así son todas las fronteras. William Ospina dijo una vez, con crudeza certera que, de no haberse independizado, hoy Panamá seria como el Chocó, Ecuador como el Putumayo, y Venezuela como la Guajira.

Por eso es tan importante la papeleta para la denominada consulta Caribe, con la que se busca la independencia administrativa para proyectos comunes de la región. Aunque es un pañito de agua tibia, pues la medida solo será pedagógica, sin consecuencias jurídicas ni vinculantes, crea un ambiente político para que, tras 18 intentos fallidos, el congreso tramite un proyecto de Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial para reglamentar los artículos 206 y 307 de la constitución que permitirán concretar las regiones “algún día”.

Esta iniciativa es una motivación para el desarrollo regional, que este gobierno ha tenido tan descuidado. El 24 de noviembre de 2007, en Valledupar, en el marco de la 45 Asamblea General de Gobernadores, el presidente dijo sobre el tema de las regiones: “he repetido durante muchos años que la creación de la figura de regiones de la Constitución del 91 no es afortunada, porque implica un andamiaje burocrático y un centro de costos adicionales a los que tenemos”.

Tal vez por eso, el 18 de julio de 2008, el gobierno del presidente Uribe aprobó el documento Compes No. 3536, en el cual se definen las inversiones prioritarias en la fase uno del Programa de Corredores Arteriales Complementarios de Competitividad, es decir las vías adicionales a las de la integración de Colombia a la economía mundial. De una inversión total en vías de más de dos billones de pesos para el periodo 2009-2013, a la costa Caribe le correspondió una suma igual a cero.

“1. La región costeña tiene intereses económicos descuidados por el gobierno central de Bogotá; 2. Para impulsar estos intereses políticos regionales necesitan más autonomía y más representación en el gobierno central; 3. Los habitantes del interior desprecian tanto las costumbres de los costeños como su potencial y lenguaje.” Estos eran los tres puntos principales de la “Agenda para la posteridad”, propuesta por el dirigente liberal cartagenero Juan José Nieto, en la década de 1830.

Las cosas no han cambiando mucho ese entonces hasta hoy, cuando una vez más la iniciativa cobra vigencia con la papeleta por la Región Caribe. Los problemas de la región siguen siendo los mismos de hace 140 años, y se han sumado algunos más como la corrupción, el desplazamiento y el mal manejo de los recursos naturales de una de las regiones más ricas del país. Como resultado el Caribe colombiano está dramáticamente polarizado entre la opulencia y la miseria. Sin embargo, la insistencia por la autonomía de la región es el camino para empezar desarrollar realmente las fronteras colombianas, tradicionalmente abandonadas. El desarrollo regional se traduce en empleo, en una mejor calidad de vida, implica sana competencia y nos obliga a todos a esforzarnos más.

Así, tal vez, un día, haya otra metrópolis además de Bogotá.

No hay comentarios: