viernes, 2 de enero de 2009

Un motivo para brindar

Publicado el 19 de diciembre de 2008 en la sección de Opinión de EL ESPECTADOR.

MI PRIMERA REACCIÓN CUANDO EScuché comentar a Gossaín, en su editorial del martes, que varios congresistas consumían licor mientras se debatía el proyecto de ley en favor de las víctimas del conflicto armado, fue sumarme a su indignación.
Entonces me di cuenta de que era la primera vez que no me divertía una historia como ésta, tan apropiada para las festividades decembrinas. El proyecto de las víctimas seguro que no se distinguía por sus frases ingeniosas o su exposición amena y los miembros de la Cámara debían estar cansados. ¿Será que yo, de haber estado ahí, habría rechazado el whiskicito?

¿Por qué no van a tomar los parlamentarios si en Colombia tomamos cuando perdemos, ganamos o empatamos? El trago lo tenemos metido en los cimientos más hondos de nuestra historia. A la chicha, entre otras cosas, le debemos importantes sucesos de la vida nacional: se sospecha que el estallido de independencia del 20 de julio fue posible gracias a una muchedumbre enardecida por el trago, como la que lanzó machetazos enloquecidos el 9 de abril.

Definitivamente preferiría que los congresistas tomaran decisiones y no trago, al menos mientras están trabajando, pero más que indignarme me pregunto cuál es la razón que animó a los parlamentarios a tener este comportamiento y no poder aguantarse a llegar a sus casas para no hacer semejante oso. La respuesta más evidente es la inmadurez de nuestros congresistas, que querían pasarse de chistosos, pero también hay que tener en cuenta que han tenido unos días muy estresantes.

Dice La FM que “Según Guillermo Rivera, la exaltación y la furia durante su intervención se debió a que ésta, según sus compañeros, dilataría mucho más la discusión de los proyectos de ley que antecedían a la del referendo”. El martes se vencía el plazo para aprobarlo y estaba bastante empantanado. Dice la revista Semana que el Gobierno empezó a meter una fuerte presión desde el sábado para que se aprobara. Si yo fuera parlamentario pensaría que todo eso amerita un whisky. Los hilos del poder los tenían del cuello. Tanto así que el referendo tocó aprobarlo en horas extras, a riesgo de que Uribe se quedara sin aguinaldo. Si esta era la razón para estar tomando, me parece comprensible.

Cualquier razón, de hecho, me resultaría comprensible, pero preocupante. Primero porque tomar a escondidas siempre es de mal gusto; y segundo, porque lo que decidieron me afecta a mí directamente como colombiana, y dudo mucho que si resultan ser malas decisiones nos vayan a brindar un whiskicito para no tragar en seco. El suceso del lunes quedará en lo anecdótico, pero nos deja la pregunta de qué tanto de nuestra política está pasada por whisky, más aún cuando muchas de nuestras leyes parecen dictadas en letra pegada.

¿Por qué tomaban los parlamentarios? ¿Pidieron el trago a través del Correo de la noche? ¿Se lo tomaron en pocillos de tinto, y sin hielo? ¿Brindaban en contra o a favor de la ley de víctimas? ¿Tal vez porque ninguno de los proyectos les importaba lo suficiente para debatirlos con lucidez? Tal vez simplemente lo hicieron porque tienen la justificación étnica de ser colombianos, o porque las pocas horas de vida que tenía la aprobación del referendo eran un problema que el Gobierno debía solucionar y, como dice Villazón, “todo todo se puede arreglar, todo todo, gracias al Old Parr”. Cualquiera que haya sido el motivo de los parlamentarios para brindar, espero que al abrir la botella hayan echado un trago por los muertos (particularmente por los de Soacha).

1 comentario:

Santiago Re dijo...

hola que tal
muy buenas tus columnas de el espectador.
si quieres pasate por mi blog en eltiempo.com

www.eltiempo.com/participacion/sreedurden

saludos