Publicado el 21 de noviembre de 2008 en la sección de Opinión de EL ESPECTADOR.
COMO DE TELENOVELA DE MEDIOdía está la disputa entre el magistrado Rafael Vélez y el novio de su hija, David Daniel Torres, publicada el 12 de noviembre en este periódico.
El joven de 18 años contó, pañuelo en mano, cómo su novia había quedado embarazada y el malvado suegro la había obligado a abortar. Suena en el fondo una salsa romántica y, David Daniel, con su cara de niño y su alma de hombre, dice que él quería responder; el magistrado Vélez dice que es un joven mitómano que no es suficientemente bueno para su hija.
El caso fue comentado apasionada, y casi exclusivamente por terceros que seguro conocían a los protagonistas de la historia. “Lo que está haciendo es para perjudicar a la familia de la jovencita. De pura maldad. Todo esto es para que se den cuenta lo endemoniado que está”, dice Juan15. Darío Vélez, otro comentarista, dice: “No entiendo cómo es que la redacción judicial da crédito sin más a un personajillo que es un reconocido vago, no hace verificaciones adicionales con la clínica o médicos supuestamente involucrados y de manera irresponsable publica su versión”.
No tengo pretensiones salomónicas, no puedo saber quién tiene razón, pero sí puedo señalar una cosa: la niña adorada parece que no ha dicho ni mú. Ella debe estar muy asustada y hasta castigada, mientras su papá y su novio se dan golpes de pecho, el uno contra el otro, y por eso ni su nombre se menciona en el artículo.
Cierto o no, en Colombia muchas jovencitas son obligadas a abortar para no “tirarse la vida”, como si ellas no fueran capaces de decidir lo mejor para ellas y necesitaran de una figura de autoridad que les diga qué hacer. Obligar a abortar a alguien es tan malo como prohibirle hacerlo. Quienes defendemos el aborto lo hacemos porque creemos que la mujer como individuo puede tomar decisiones sobre su cuerpo. Legalizar el aborto es una forma de darles a las mujeres la posibilidad de elegir, posibilidad que hemos ganado poco a poco gracias al feminismo.
Los movimientos feministas, a lo largo del siglo XX, han permitido a las mujeres afirmarse como personas con iguales derechos a los hombres, derecho a elegir poder ser reina de belleza o ejecutiva castrante, pero poder elegir. Por eso es sorprendente que muchas mujeres ante las preguntas ¿te gusta tener derecho a votar? ¿te parece bien que sea ilegal que los maridos violen a sus esposas? contesten “Sí”, mientras que ante la pregunta ¿eres feminista? muchas oyen ¿eres fea? y contestan “No”. Tal vez ser feminista simplemente se trata de que cada mujer se haga responsable de su cuerpo y de su persona y no viva en una perpetua minoría de edad por no tener huevas.
Me gustaría que quienes estén en la situación de la hija-de-Vélez-novia-de-Torres presenten su problema con nombre propio y no le entreguen sus vidas a otro que “sabe qué es lo mejor para ellas”. Es innecesario que el papá y el novio inflen el diafragma para defender a la susodicha, como un par de gorilas antropomorfos. Las que sacan pecho deben ser ellas, las innombradas, no sólo porque es su derecho, sino porque sacando pecho vivimos mejor.
2 comentarios:
Interesante reflexión, la leí hace algún tiempo en El Espectador y me quedo sonando, por eso visito el blog. Gracias por las reflexiones cotidianas.
Muy buen apunte al respecto de un tema bastante controversial en nuestros tiempos...... y si, solo nosotras somos las que debemos sacar pecho y decidir que es lo mejor para nuestras vidas!
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