lunes, 29 de septiembre de 2008

Ciberperiodismo en bata



¿Cómo una gente que se la pasa en su casa en bata y pantuflas, metidos en internet con el televisor prendido y pidiendo comida a domicilio puede pensar que tiene un impacto en el mundo? La mayoría de los bloggers tienen entre 25 y 40 años, pertenecen a la clase media alta, tienen educación superior y son solteros según el reporte de estado de la blogosfera hecho por Technorati en el 2008. La mayoría de los bloggers que respondieron a la encuesta ya están en su tercer blog, lo que significa que bloggear ya no es un fenómeno nuevo. Casi la mitad se consideran bloggers profesionales, pero, ¿qué quiere decir eso?
El estilo de vida se lo inventó Descartes. Descartes razona sobre la posibilidad de cambio del proyecto de la filosofía y el sitio donde se encontraba en el momento de su planteamiento era un cómodo cuarto con la chimenea encendida. De Kant sabemos que casi no salía de su casa y Virginia Woolf escribió un texto maravilloso sobre cómo una mujer necesita un cuarto para ella sola y así poder encerrarse sin ocuparse del almuerzo y tener el espacio para crecer intelectualmente.
El blogger de hoy emula las rutinas de los grandes intelectuales de ayer pero no tiene nada que ver con el pensamiento solipsista, no está aislado. El encierro ya no es una forma de silenciar el mundo externo para concentrarse en el interno. A través de internet se logra una presencia simultánea en muchos puntos una presencia tan contundente como la del jefe sentado en su escritorio, pero además omnipresente. El ritual de escoger qué ponerse para ir a trabajar cambia de la ropa al avatar o el status, y el camino de la casa al trabajo se vuelve una actitud: tomarse un café y sacar el cerebro de las cobijas. El blogger es una nueva especie de periodista que se ha vuelto muy relevante en el mundo de hoy, su efecto sobre la opinión pública y su impacto sobre las noticias se hace cada vez más fuerte.
¿Quiere decir que esto es la muerte del periodismo como lo conocemos? Antes el intelectual pensaba en su casa y el periodista, sabueso, olfateaba la noticia por la ciudad y se untaba de pueblo. El ciberperiodista ha cambiado la gabardina por la bata, ha encontrado una manera de salir sin salir de la casa. Pero una práctica no contradice a la otra, el nacimiento del ciberperiodista se debe a que se necesita cubrir un nuevo territorio, de una virtualidad tan inmediata que casi parece real. Lo que sucede en internet tiene repercusiones lindantes en nuestras vidas.
Existe además una interacción social, una creación de vínculos, la vida también sucede en internet. Sucede con reglas parecidas, aunque todo esté urgentemente interconectado, nuestras rutas de navegación resultan ser tan personales como nuestra forma de caminar, nuestra personalidad se trasluce en el chat y se hace más evidente que el pensamiento es siempre pensamiento colectivo, rizoma, interacción, ideas que rebotan.
Internet nos permite ser tremendamente individuales sin caer en la arrogancia de pensar que somos más que sólo una pieza del rompecabezas humano. Ese tal vez es el gran aporte del blogger a la sintaxis de la cultura: una renovación del intelectual arrogante y egocéntrico por uno que, si bien sigue siendo arrogante encuentra la fuerza de sus ideas a partir del colectivo y la multiplicidad. En la medida en que el blogger o el ciberperiodista es reconocido más y más por el establecimiento (es decir, que le pagen por bloggear, lo que lo transforma de vago roñoso a trabajador disciplinado) el mismo establecimiento empieza a cambiar.
Ideas como la de Creative Commons (que admite que cualquiera use el trabajo de uno en internet gratis, siempre y cuando cite) permiten generosidad de pensamiento, que el panorama intelectual sea móvil y flexible versus unitario y rígido. Esto es maravilloso porque pensar por fuera de la unicidad permite entender diferentes culturas, ideas, actualizar constantemente nuestros paradigmas, y este pensamiento plural tarde o temprano permeará nuestras sociedades, nuestros estamentos, y permitirá un mundo cada vez más diverso, ágil e interesante.
Mientras más gente pueda contribuir en cambiar el mundo, este cambiará más rápido. El carro arranca más rápido cuando lo empujan varios. El blog es una forma imperante de participación, fácil y efectiva. Una intervención remunerada con satisfacción personal –lo que la sumerge en un idealismo muy bonito y garantiza las intenciones honestas del autor porque nada lo obliga a hacer lo que hace de una forma diferente a como le dé su buena gana. Esto es un cambio profundo y tremendamente positivo, un cambio desde los anti-héroes cobardes propensos a los tobillos fríos que tienen una mente sustancialmente más coordinada que su cuerpo y que por eso, o a pesar de eso, quieren tener un efecto en el mundo.

1 comentario:

Daniel Pacheco dijo...

Qué buen artículo. Lo disfruté realmente, de pies a cabeza. Tiene dos temas muy interesantes:

Primero, la relación ente el periodismo y el bloguismo, entre el reportero y el bloguero, entre la virtualidad de lo que pasa y la realidad de lo que pasa.

Lo segundo que se cuela en las partes habla de la indiviudalidad del sujeto virtual, su rompimiento del solopsismo sin dejar de estas solo, y el que se siente original en un mundo donde todo es citado.

Los dos temas son muy chéveres, y salen bien librados en una sola columna, pero me encantaría oír la puluma de esta señorita hablando de cada uno por separado.